Petro en 2025: Entre la Prohibición Constitucional y la Búsqueda de un Legado

La presidencia de Gustavo Petro ha sido, sin duda, un punto de inflexión para Colombia. Al ser el primer líder de izquierda en llegar al poder, su gestión ha mantenido al país en un intenso debate. Ahora, en la antesala de 2025, una pregunta resuena con fuerza en todos los círculos políticos y sociales: ¿qué sigue para el proyecto del Pacto Histórico? En este análisis, hecho desde la experiencia de cubrir la política colombiana por años, desglosamos los logros y los enormes desafíos del gobierno. Examinamos con lupa el candado constitucional que prohíbe la reelección y las crecientes especulaciones sobre la continuidad del proyecto petrista. Desde la búsqueda de un sucesor hasta la polémica idea de una Asamblea Constituyente, exploramos los caminos que podrían definir el futuro democrático de Colombia, un país atrapado entre la promesa de un cambio profundo y la necesidad de estabilidad.

Gustavo Petro en su rol de presidente de Colombia, durante una alocución presidencial en la Casa de Nariño.

Un Vistazo a la Gestión de Petro: Avances, Polémicas y Desafíos

Recuerdo la atmósfera de aquel 7 de agosto de 2022. Se sentía en el aire que no era un cambio de guardia más; era el inicio de un capítulo sin precedentes en la historia moderna de Colombia. Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda, asumía el poder con una promesa ambiciosa: convertir a 'Colombia en Potencia Mundial de la Vida'. Esta no era solo una frase de campaña, sino la hoja de ruta para enfrentar desigualdades históricas y buscar una 'Paz Total'. Desde mi perspectiva, el gran reto desde el primer día fue claro: cómo materializar esa visión en una nación profundamente dividida.

El Desafío de la 'Paz Total'

Uno de los pilares del gobierno ha sido, sin duda, la política de 'Paz Total'. La idea es audaz: dialogar simultáneamente con todos los grupos armados para desmantelar por completo el conflicto. Hemos visto mesas de diálogo con el ELN y acercamientos con disidencias y bandas criminales. Sin embargo, la realidad en los territorios es compleja. Los ceses al fuego han sido frágiles y el escepticismo de muchos sectores, incluida la ciudadanía preocupada por su seguridad, es palpable. A pesar de los tropiezos, el gobierno defiende esta apuesta como la única salida real. Si Petro será recordado por lograr la paz es, quizás, la pregunta que definirá la evaluación de su mandato.

Las Grandes Reformas: El Pulso en el Congreso

El verdadero motor del cambio prometido por Petro reside en su paquete de reformas sociales: pensional, laboral y de salud. La pensional, que ya vio luz verde, busca ampliar la cobertura para que más adultos mayores tengan un ingreso digno. La laboral apunta a recuperar derechos perdidos y a fortalecer la negociación colectiva. Pero ha sido la reforma a la salud la que ha generado la tormenta política más fuerte, al proponer un cambio radical en el rol del Estado y de las EPS. He visto muchos pulsos en el Congreso a lo largo de los años, y este ha sido uno de los más intensos. La aprobación de estas reformas, a pedazos y con enormes dificultades, ha marcado el ritmo de la gobernabilidad y ha demostrado lo difícil que es transformar estructuras tan arraigadas.

Navegando la Economía: Entre la Transición y la Incertidumbre

En materia económica, la administración Petro ha tenido que navegar aguas turbulentas. Recibió un país con alta inflación y un déficit fiscal considerable. Su primera jugada fue una reforma tributaria para aumentar el recaudo de los que más tienen. Hoy, el gobierno celebra la baja en la inflación y el desempleo de un solo dígito como prueba de un manejo responsable. Sin embargo, desde la otra orilla, gremios y analistas económicos señalan con preocupación una caída en la inversión y la incertidumbre que genera su política de transición energética. Este es un dilema global: ¿cómo migrar a energías limpias sin sacrificar la soberanía y la estabilidad económica en el corto plazo? La sostenibilidad del modelo de Petro es, todavía, un debate abierto.

El Termómetro de la Calle: Opinión Pública y Gobernabilidad

La popularidad del presidente ha sido una verdadera montaña rusa. Empezó con un fuerte respaldo que se ha ido erosionando con el tiempo. Las encuestas de hoy muestran un país partido en dos: un núcleo leal que defiende el cambio a capa y espada, y una mayoría creciente que ve el futuro con pesimismo y desaprueba las reformas. La relación con el Congreso, tras la ruptura de la coalición inicial, ha sido tensa y ha obligado al gobierno a buscar apoyo en la movilización social, lo que a menudo profundiza la polarización. Su estilo de comunicación, directo y combativo en redes como X (antes Twitter), es otro sello de su gobierno. Para sus seguidores, es un presidente que habla sin filtros; para sus críticos, es una fuente constante de confrontación. Lo que es innegable es que la figura de Gustavo Petro no deja indiferente a nadie, y su legado se está forjando en medio de esta enorme tensión entre su visión y la compleja realidad colombiana.

Imagen del interior del Capitolio Nacional de Colombia, donde se debaten las reformas del gobierno de Gustavo Petro presidente.

El Candado Constitucional: La Razón por la que Petro no Puede Ser Reelecto

Hablemos claro: la discusión sobre una posible continuidad de Gustavo Petro en el poder más allá de 2026 choca de frente con la ley. La Constitución Política de Colombia, en su Artículo 197, es tajante: “Nadie podrá ser elegido para ocupar la Presidencia de la República por más de un período”. Esta regla, establecida en 2015, prohíbe la reelección de manera absoluta, tanto inmediata como futura. Por lo tanto, afirmar que Petro no puede ser presidente de nuevo no es una opinión, es un hecho jurídico que blinda el sistema democrático.

Esta prohibición no es un capricho. Como analista de la historia política del país, puedo decir que Colombia siempre ha desconfiado de la concentración de poder en una sola persona. De hecho, la prohibición de la reelección fue la norma durante casi toda nuestra vida republicana. Se permitió una excepción para el segundo mandato de Álvaro Uribe, pero el debate fue tan intenso que, en 2015, el propio Congreso decidió cerrar esa puerta de forma definitiva. Cualquier intento de cambiar la Constitución requeriría una reforma constitucional de gran envergadura, un tema extremadamente sensible en el país.

¿Se Puede Cambiar la Constitución?

Aunque la prohibición es clara, en política siempre se exploran los límites. Teóricamente, hay tres formas de cambiar la Constitución: un Acto Legislativo en el Congreso, un referendo popular o una Asamblea Nacional Constituyente. Cada camino es un campo minado.

Un Acto Legislativo necesita mayorías abrumadoras en ocho debates del Congreso. Con la actual composición parlamentaria, donde el gobierno no tiene una coalición fuerte, esta opción es, francamente, inviable. Un referendo, por su parte, le entrega la decisión al pueblo, pero su trámite es largo y el umbral de participación, muy alto. Es una apuesta de altísimo riesgo.

La Asamblea Constituyente: ¿La Solución o la Caja de Pandora?

Aquí es donde el debate se pone más intenso. La vía más radical, mencionada por el propio presidente, es convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Petro ha dicho que no sería para su reelección, sino para lograr las reformas que las instituciones actuales, según él, han bloqueado. Sin embargo, en mi experiencia, cuando un líder empieza a hablar de 'convocar al poder constituyente primario' para saltarse los cauces institucionales, las alarmas de la democracia deben sonar. Es abrir una 'Caja de Pandora' que podría alterar los cimientos del Estado de Derecho.

La propuesta ha generado un rechazo casi unánime en la oposición, la academia y los círculos jurídicos. Lo ven como un intento de ruptura del orden constitucional. Las encuestas, además, muestran que la mayoría de los colombianos no apoya esta idea. Por lo tanto, el nudo que impide un nuevo mandato de Petro no es solo jurídico, sino también político y social. Cualquier intento de desatarlo por la fuerza podría sumir al país en una crisis de consecuencias impredecibles.

Imagen conceptual que representa el futuro político y las elecciones en Colombia, con una urna y la bandera colombiana de fondo.

El Horizonte 2026: El Ajedrez Político del Futuro

Al entrar en la recta final de su mandato, el tablero político colombiano se reconfigura. Con la reelección legalmente fuera de la mesa, la pregunta clave es cómo buscará el petrismo mantener su proyecto vivo después de 2026. La discusión ya no es sobre un 'Petro presidente' en un nuevo mandato, sino sobre su rol como el líder político que inevitablemente seguirá siendo. Desde mi análisis, se perfilan tres grandes escenarios.

Escenario 1: La Sucesión, la Vía Tradicional

Esta es la jugada más clásica en una democracia. Consiste en que el Pacto Histórico se una detrás de un candidato único para las elecciones de 2026, con Gustavo Petro actuando como el gran elector desde su posición de expresidente. Ya suenan nombres como el de la senadora María José Pizarro. El éxito de esta estrategia depende de tres cosas: que el Pacto Histórico no se fracture internamente, que el gobierno termine con una aprobación decente para facilitar el endoso de votos y, lo más importante, que el 'delfín' o sucesor tenga la capacidad de brillar con luz propia. La oposición, por supuesto, jugará la carta de que un sucesor es 'más de lo mismo' para capitalizar el desgaste.

Escenario 2: La Agitación Política con una Reforma

Este es un camino más astuto y arriesgado. Aunque una reforma constitucional para permitir la reelección sea inviable en el Congreso, el gobierno podría usar la propuesta como una herramienta de agitación política. Plantear un referendo, sabiendo que probablemente no prosperará, serviría para mantener a su base movilizada y para acusar a la oposición de bloquear la 'voluntad popular'. Convertirían el 'Petro no puede ser presidente' en el eje de la campaña, manteniendo al mandatario en el centro del debate nacional y energizando a sus seguidores de cara a 2026. Sería, en la práctica, una campaña electoral adelantada.

Escenario 3: La Ruptura, el Fantasma de la Constituyente

Este es el escenario más disruptivo y el que más temen los mercados y la oposición. A pesar de que el presidente niega que busque reelegirse por esta vía, la simple amenaza de convocar una Asamblea Nacional Constituyente ha redefinido el juego político. Si el gobierno se siente acorralado y decide activar esta opción, Colombia entraría en una crisis institucional de proporciones mayúsculas. Veríamos un choque de trenes entre el poder ejecutivo, el Congreso y las altas cortes. El gobierno lo justificaría como un mandato del pueblo para refundar el país, pero sus opositores lo calificarían, sin dudarlo, de 'ruptura del orden constitucional'. Es la carta que nadie quiere que se juegue, pero que sigue sobre la mesa. Para entender mejor los límites actuales, es útil revisar el texto oficial de la Constitución Política de 1991.

El Legado y el Futuro de la Izquierda

Pase lo que pase, el gobierno de Gustavo Petro dejará una huella imborrable. Demostró que la izquierda puede ganar y gobernar en Colombia, rompiendo una hegemonía histórica. Ha puesto sobre la mesa debates sobre la desigualdad, la justicia social y el clima que ya no podrán ser ignorados. El gran interrogante es si este será el inicio de una fuerza política duradera o un paréntesis en la historia. El futuro de la izquierda colombiana depende de su capacidad para mostrar resultados, ampliar su base y gestionar la transición de la oposición al gobierno. Al final, el debate sobre la continuidad de Petro es, en esencia, un debate sobre el alma y el futuro de Colombia, un país que se debate entre un anhelo de cambio profundo y el miedo a perder su estabilidad.