He cubierto muchos escándalos judiciales en mi carrera, pero pocos han tenido la magnitud del caso de César Ricardo Melazo. Imaginen a un juez de Garantías de La Plata, una figura que representaba la ley, acusado de ser la cabeza de una organización criminal. Esta es la historia de su caída. Hablamos de una red compleja formada por policías, barrabravas y funcionarios que, según la justicia, se dedicaba a robar, estafar y vender drogas con total impunidad. La investigación, que duró años, se destapó a raíz de un homicidio dentro de la propia banda, un hilo del que los fiscales tiraron con paciencia hasta desmantelar todo el entramado. El juicio fue un evento que paralizó a la opinión pública y culminó con una condena que, si bien histórica, dejó un sabor agridulce. Este artículo desentraña, con un lenguaje claro y directo, cómo un hombre de poder absoluto pasó de los tribunales a estar tras las rejas.

- El Ascenso al Poder: Un Juez de Doble Cara
- Las Primeras Señales de Alarma
- La Red de Corrupción: ¿Cómo Operaba la Banda?
El Ascenso al Poder: Un Juez de Doble Cara
Quienes cubrimos los tribunales de La Plata durante años vimos de cerca el poder que acumuló César Ricardo Melazo. Desde su nombramiento como juez de Garantías en 1998, su figura se volvió imponente. No era un magistrado de perfil bajo; al contrario, su nombre estaba en todos los casos mediáticos, desde disputas por juego clandestino hasta allanamientos en la Legislatura provincial. Recuerdo una entrevista suya de 2013 donde hablaba del Derecho Penal como 'vida y adrenalina', describiendo su trabajo como una inmersión en 'la cloaca del dolor'. Parecía un hombre comprometido, un guardián de la ley. Sin embargo, detrás de esa fachada de autoridad se estaba gestando una trama mucho más oscura, una que eventualmente sacudiría los cimientos de la justicia argentina.
Las Primeras Señales de Alarma
Las alarmas, en realidad, sonaron temprano. Ya en 2003, el entonces gobernador Felipe Solá intentó un juicio político en su contra por, supuestamente, proteger desarmaderos de autos robados, lo que ya sugería vínculos con la 'maldita policía'. Las acusaciones se fueron apilando con los años, pero él, con una astucia y un conocimiento profundo del sistema, lograba salir indemne. Su poder parecía a prueba de todo. La investigación que finalmente lo derribó fue un trabajo de hormiga de la fiscal Betina Lacki. Todo comenzó con el homicidio de Juan Farías en 2010, un delincuente que, al parecer, desobedeció una orden de no robar la casa de un conocido DT. Ese asesinato fue la pieza que hizo caer el dominó. La fiscal Lacki expuso una organización criminal mixta, una 'patota' que, según la acusación, incluía a policías de alto rango, barrabravas y, en la cima, al propio Melazo. Su rol, se dijo, era simple pero fundamental: garantizar la impunidad. Liberaba zonas, encubría delitos y se aseguraba de que su gente no tuviera problemas con la ley. Viendo venir la tormenta, renunció a su cargo en 2017 para esquivar el juicio político, pero ya era tarde. En agosto de 2018, las cámaras de televisión transmitieron su detención en su chacra. El hallazgo de un arsenal en su propiedad solo confirmaba la imagen de poder que proyectaba. No era solo la caída de un hombre, era la revelación de un sistema podrido.
La Red de Corrupción: ¿Cómo Operaba la Banda?
La estructura de la banda era digna de una película. En la base, delincuentes y barrabravas ejecutaban los robos, casi siempre a viviendas vacías ('escruches') de personas que manejaban dinero no declarado. Era una elección inteligente: las víctimas rara vez denunciarían el monto real robado. Un escalón más arriba, la pata policial, con comisarios como Gustavo Bursztyn, se encargaba de 'liberar las zonas' y desviar cualquier investigación. En la cúspide, la acusación de los fiscales Mariano Sibuet y Victoria Huergo situó a Melazo. Desde su despacho, presuntamente movía los hilos: manipulaba expedientes, dictaba sobreseimientos y otorgaba libertades. Su firma era el escudo protector de toda la organización. La red se expandía a otros actores judiciales y sus 'negocios' eran variados, desde la apropiación de discotecas para vender droga hasta agencias de autos para blanquear vehículos robados. Su crecimiento patrimonial entre 1996 y 2017, con más de 40 viajes al exterior y autos de lujo, era imposible de justificar con su sueldo de juez. Él siempre lo negó todo, presentándose como una víctima de persecución política. Sin embargo, las escuchas telefónicas y los testimonios contaban otra historia: la de un magistrado que había traicionado su juramento para convertirse en el líder de una de las bandas más peligrosas de la región.

El Juicio: La Verdad Sale a la Luz en los Tribunales
El juicio oral fue un evento sin precedentes. Durante meses, casi 400 testigos pasaron por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de La Plata. Escuchamos de todo: testimonios desgarradores de familiares de víctimas, relatos de policías honestos y hasta confesiones de exmiembros de la banda. Los fiscales Sibuet y Huergo describieron la organización como una 'empresa criminal' y no dudaron en señalar a Melazo como la pieza clave del engranaje. 'En el escalón superior de la banda, nos encontramos con Melazo, a la sazón poderosísimo y muy temido juez', afirmaron. Basaron su acusación en miles de horas de escuchas telefónicas que revelaban cómo se coordinaban los robos y se garantizaba la protección. Para él, pidieron 16 años de prisión, considerándolo 'jefe' de la asociación ilícita.
El proceso tuvo momentos de alta tensión, como cuando uno de los imputados, el expolicía Carlos 'Macha' Barroso Luna, se fugó en plena audiencia, lo que reforzó la sensación de que no se trataba de delincuentes comunes. Melazo, por su parte, se mantuvo firme en su papel de 'perseguido político'. En sus últimas palabras, llegó a decir: 'No soy mafioso, la asociación ilícita la formaron los funcionarios de Vidal'. Su defensa intentó desacreditar las pruebas, pero el peso de la evidencia era abrumador.
Veredicto y Consecuencias: Un Fallo Histórico pero Controvertido
Finalmente, en marzo de 2023, llegó el veredicto. El tribunal lo condenó, pero el fallo generó una enorme controversia. Fue sentenciado a 7 años y 10 meses de prisión, no como 'jefe', sino como 'coautor' de los delitos. Fue un fallo dividido; una de las juezas, Silvia Hoerr, votó por una condena de 15 años como líder de la banda, pero su postura quedó en minoría. La pena, considerablemente menor a la solicitada por la fiscalía, le abría la puerta a una pronta libertad condicional, dado el tiempo que ya llevaba en prisión preventiva. Esto, como pueden imaginar, causó una gran indignación. La condena fue histórica, sí, pero para muchos supo a poco. Tanto la fiscalía como la defensa apelaron la decisión, y la batalla legal estaba lejos de terminar. Recientemente, en septiembre de 2024, la Cámara de Casación Penal ratificó la condena, pero además revocó las absoluciones por el homicidio de Juan Farías y ordenó un nuevo juicio por ese crimen. Esta decisión reabrió la herida y dejó la puerta abierta para que, finalmente, se investigue a fondo el rol de toda la cúpula en el asesinato que lo inició todo. El caso sigue vivo, demostrando las profundas y complejas ramificaciones de una red que corrompió el corazón de la justicia.

El Legado del Caso: Una Cicatriz en la Justicia Argentina
El caso Melazo es mucho más que la historia de un juez corrupto; es un espejo que nos devuelve una imagen muy cruda de la justicia argentina. Expuso cómo una persona con poder estatal puede usar esa misma autoridad para delinquir, creando un 'Estado paralelo' con sus propias reglas, donde se mezclaban policías, delincuentes y funcionarios judiciales. Él no actuó solo; se apoyó en una estructura corrupta que ya existía y que, lamentablemente, es probable que siga existiendo. La condena fue un paso importante. Demostró que, gracias a la valentía de fiscales como Betina Lacki, nadie es intocable. Sin embargo, nos deja preguntas muy inquietantes: ¿cuántos otros 'Melazos' hay operando en las sombras? ¿Es esto un caso aislado o el síntoma de una enfermedad sistémica?
Contexto y Advertencia: ¿Por Qué Pudo Ocurrir?
Para entender la magnitud de esta historia, hay que mirar el contexto. La Plata, como capital provincial, concentra un poder político y judicial inmenso, un caldo de cultivo perfecto para estas redes. La banda no era un grupo de improvisados, sino una empresa criminal sofisticada. En la cima, Melazo ofrecía el blindaje judicial, el activo más valioso. Debajo, policías corruptos garantizaban la operación en la calle. Y en la base, los ejecutores cometían los robos, sabiendo que estaban protegidos. La caída de este entramado se debió a un error interno —el asesinato de Farías— y a la determinación de una fiscal que no se dejó intimidar. La historia de este exjuez es una advertencia sobre los peligros del poder sin control. Pone en evidencia la necesidad urgente de reformar los mecanismos de supervisión del poder judicial y de las fuerzas de seguridad. Su notorio enriquecimiento ilícito debió haber sido una bandera roja mucho antes. Este caso debe servirnos como un recordatorio permanente de que la confianza en nuestras instituciones es frágil y que la vigilancia ciudadana es más necesaria que nunca. Para quien desee profundizar en estos temas, organizaciones como la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) ofrecen análisis muy valiosos sobre el estado de la justicia en nuestra región. La batalla legal continúa, pero el juicio social ya dictó sentencia, dejando una cicatriz que tardará en sanar.