La figura del juez en Argentina es mucho más que un funcionario; es un actor central en el delicado equilibrio de la República, un foco de poder y, a menudo, de intensas controversias. En este artículo, te invito a un recorrido profundo por el sistema judicial argentino. No lo haremos a través de áridos textos legales, sino de las historias de cinco jueces emblemáticos que han marcado la justicia del país. Analizaremos la trayectoria del recordado Claudio Bonadio, famoso por sus resonantes causas contra el poder político. Veremos el caso de Ariel Lijo, cuya postulación a la Corte Suprema ha encendido un acalorado debate nacional. Profundizaremos en las figuras de Alejandro Slokar y Daniel Boico, representantes de una visión garantista desde la agrupación 'Justicia Legítima'. Y rescataremos la historia de Antonio Boggiano, el único ministro de la Corte Suprema destituido, un caso que sentó un precedente imborrable. A través de sus perfiles, exploraremos los desafíos, las presiones políticas y el escrutinio público que enfrenta el Poder Judicial en su búsqueda de independencia.

El Juez en la República Argentina: Poder, Responsabilidad y Perfiles que Dejaron Huella
He pasado gran parte de mi carrera en los pasillos de los tribunales, y si algo he aprendido es que para entender la justicia, hay que entender a los jueces. En un país como Argentina, con su historia compleja y vibrante, el rol del magistrado es absolutamente crucial. No se trata solo de resolver disputas; se trata de ser el último guardián de la Constitución frente a los otros poderes del Estado. Esta función les otorga un poder inmenso, pero también los expone a una responsabilidad y un escrutinio público enormes. Para comprender de verdad la justicia argentina, más allá de las leyes, tenemos que mirar las carreras y los perfiles de quienes la personifican. Nombres como el del fallecido Claudio Bonadio, el de Ariel Lijo propuesto para la Corte Suprema, o los de los camaristas Alejandro Slokar y Daniel Boico, no son solo nombres en expedientes. Son símbolos de distintas corrientes, épocas y polémicas que han definido y siguen moldeando el rostro de la justicia. Junto a ellos, el recuerdo del destituido Antonio Boggiano nos sirve como lección sobre los límites de ese poder.
Tabla de Contenido
- La Estructura del Poder Judicial Argentino
- Antonio Boggiano: El Fantasma del Juicio Político
- Claudio Bonadio: El Juez Instructor en la Era de la Corrupción
- Ariel Lijo: Entre Causas Emblemáticas y la Polémica Postulación a la Corte
- Slokar y Boico: Los Rostros del Garantismo
- El Debate sobre 'Lawfare': ¿Guerra Judicial o Lucha Anticorrupción?
- La Imprescindible Reforma Judicial: Una Tarea Pendiente
La Estructura del Poder Judicial Argentino: Un Laberinto de Competencias
Para situar a estos magistrados, primero una breve guía. Argentina es un país federal, por lo que tenemos un sistema judicial nacional y luego uno por cada provincia y la Ciudad de Buenos Aires. El Poder Judicial de la Nación, que es el que nos ocupa, tiene en su cima a la Corte Suprema de Justicia. Por debajo, existe una red de tribunales. La justicia federal penal, donde actúan o actuaron figuras como Bonadio y Lijo, se organiza en varias etapas. Primero, los Juzgados Federales de Primera Instancia, donde un solo juez investiga. Sus decisiones pueden ser revisadas por las Cámaras Federales de Apelaciones. Y en la cúspide de este fuero está la Cámara Federal de Casación Penal, el tribunal penal más importante del país, donde ejercen su rol, por ejemplo, Alejandro Slokar y Daniel Boico. Un dato clave es cómo se elige y se remueve a estos jueces. El Consejo de la Magistratura los selecciona por concurso, pero el nombramiento final necesita el aval del Presidente y el Senado, un punto donde la política siempre juega un partido aparte. Su remoción, en tanto, solo es posible mediante un juicio político o un jurado de enjuiciamiento, lo que busca garantizar su independencia.
Antonio Boggiano: El Fantasma del Juicio Político
Pocos casos ilustran mejor la tensión entre el poder y la responsabilidad como el de Antonio Boggiano. Miembro de la Corte Suprema en los años 90, fue parte de lo que se conoció como la 'mayoría automática', un grupo de jueces que solían fallar en sintonía con el gobierno de Carlos Menem. Su carrera terminó de forma abrupta en 2005, cuando fue destituido por el Senado por mal desempeño. La acusación principal se centró en un cambio de criterio inexplicable en un fallo que favorecía el pago de una indemnización millonaria por parte del Estado. La destitución de Boggiano fue un verdadero terremoto institucional. No solo cambió la cara de la Corte, sino que envió un mensaje contundente: la inamovilidad de un juez no es un cheque en blanco. Demostró que existen herramientas para exigir rendición de cuentas. Su historia es un recordatorio permanente de las consecuencias del poder mal ejercido, una sombra que se proyecta hoy sobre el debate de la idoneidad de nuevos candidatos a la Corte, como Ariel Lijo.
Claudio Bonadio: El Símbolo del Juez Instructor en la Era de la Corrupción
Si Boggiano representa la caída desde la cima del poder judicial, Claudio Bonadio personificó durante años el poder de la primera instancia. Fallecido en 2020, Bonadio fue, por más de 25 años, uno de los jueces más mediáticos y controvertidos de los tribunales de Comodoro Py. Su nombre se volvió inseparable de las grandes causas de corrupción que involucraron a la gestión kirchnerista. Su estilo era directo, expeditivo, y para muchos, confrontativo. Fue el instructor de la famosa 'causa de los cuadernos', que investigó una supuesta red de sobornos en la obra pública y por la cual procesó a decenas de empresarios y exfuncionarios, incluyendo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Para sus defensores, Bonadio era un cruzado valiente que se atrevía a investigar al poder. Sin embargo, para sus críticos, era la cara visible del 'lawfare' o guerra judicial: un juez que usaba su cargo para la persecución política, con métodos y prisiones preventivas muy cuestionados. La figura de Bonadio condensa la profunda grieta del país. ¿Héroe o villano? Lo que es innegable es que su modo de ejercer el cargo dejó una marca imborrable, y sus fallos eran a menudo revisados por las instancias superiores, donde jueces con una filosofía muy distinta, como Slokar y Boico, tenían la última palabra.

Los Jueces Federales en el Ojo de la Tormenta: Lijo, Slokar y Boico
El edificio de Comodoro Py 2002, en Buenos Aires, es mucho más que un tribunal. Es el escenario donde se definen las partidas más importantes del poder en Argentina. Allí, un juez federal puede marcar el destino de un político, investigar una red de corrupción o, por el contrario, ser señalado por cajonear causas sensibles. En este ecosistema de alta presión, las figuras de Ariel Lijo, Alejandro Slokar y Daniel Boico representan arquetipos distintos pero igualmente influyentes del juez argentino actual, con trayectorias que nos ayudan a entender la complejidad del sistema, siempre bajo la sombra de legados como los del destituido Boggiano o el polémico Bonadio.
Ariel Lijo: Entre Casos Emblemáticos y la Polémica Postulación a la Corte Suprema
Ariel Lijo ocupa el Juzgado Federal N° 4 desde 2004. Durante estas dos décadas, ha manejado algunas de las causas más importantes de la historia reciente. Su nombre quedó grabado en la memoria colectiva por el caso Ciccone, que llevó a la condena del exvicepresidente Amado Boudou, un hecho sin precedentes. También llevó adelante la investigación por el desvío en la causa AMIA, procesando al exjuez Juan José Galeano. Sin embargo, su figura no está exenta de controversia. Ha sido uno de los jueces más denunciados, y diversas organizaciones civiles le han criticado la lentitud en la tramitación de importantes causas de corrupción, muchas de las cuales terminaron prescribiendo. La polémica alcanzó su punto máximo cuando el presidente Javier Milei lo propuso como candidato para un asiento en la Corte Suprema. Esta postulación desató una verdadera tormenta. Sus defensores valoran su experiencia y su conocimiento profundo del 'establishment' judicial. Sus detractores, en cambio, advierten que su llegada a la Corte sería consagrar las prácticas más cuestionadas de Comodoro Py: las demoras, la falta de transparencia y la sospecha de negociaciones políticas. Su perfil, a menudo comparado con el de Bonadio por el alto impacto de sus causas, es sin embargo muy distinto en estilo. Mientras Bonadio era conocido por su avance arrollador, a Lijo se le atribuye un manejo de los tiempos mucho más estratégico y pausado.
Alejandro Slokar y Daniel Boico: Los Rostros del Garantismo y 'Justicia Legítima'
En los pisos superiores de Comodoro Py, en la Cámara de Casación Penal, encontramos una visión del derecho que a menudo choca con la de los juzgados de primera instancia. Dos de sus exponentes más claros son Alejandro Slokar y Daniel Boico. Ambos se identifican con la corriente 'garantista', una filosofía que pone el acento en el respeto absoluto de las garantías constitucionales del acusado. Para ellos, el fin no justifica los medios. Ambos son también fundadores de 'Justicia Legítima', una asociación de profesionales del derecho que aboga por una 'democratización' de la justicia y que sus críticos ven como un colectivo afín al kirchnerismo. Slokar, juez de Casación desde 2011, es un académico de prestigio, discípulo de Eugenio Zaffaroni, el máximo referente del garantismo. Sus fallos suelen ser muy críticos del llamado 'punitivismo' y de la aplicación indiscriminada de la prisión preventiva. Boico comparte esta visión. El rol de ambos es fundamental, porque son ellos quienes revisan y pueden revocar las decisiones de jueces como Lijo o, en su momento, Bonadio. Esta dinámica ha generado tensiones enormes y acusaciones cruzadas. Mientras unos los ven como un freno a los abusos del poder, otros los acusan de ser un obstáculo en la lucha contra la corrupción. Esta disputa de visiones es el corazón del debate judicial argentino.

El Futuro del Poder Judicial: Reformas, Lawfare y la Búsqueda de Legitimidad
El Poder Judicial argentino vive en una encrucijada constante, atrapado entre la urgencia de una reforma profunda y la resistencia de sus propias estructuras. El descrédito de una parte de la ciudadanía hacia la figura del juez no es algo nuevo, pero se ha agudizado, alimentado por la percepción de lentitud, politización y sospechas de corrupción. Términos como 'lawfare' se han vuelto moneda corriente en el debate público, reflejando una polarización que tiene a los jueces como protagonistas. En este escenario, las trayectorias de Lijo, Slokar, Boico, y los legados de Bonadio y Boggiano, nos sirven de mapa para entender los enormes desafíos que enfrenta la justicia en su búsqueda de confianza y legitimidad.
El Debate sobre 'Lawfare': ¿Persecución Política o Lucha contra la Corrupción?
La palabra 'lawfare', que se refiere al uso de la ley como un arma para la persecución política, se instaló en Argentina de la mano del kirchnerismo para describir las múltiples causas judiciales en su contra. El principal señalado como ejecutor de esta estrategia fue el fallecido juez Bonadio. Desde esta perspectiva, sus investigaciones no buscaban justicia, sino proscribir a un líder político mediante procesos judiciales dirigidos. La 'causa de los cuadernos' es, para este sector, el ejemplo perfecto. Del otro lado, esta idea se rechaza de plano. Para esta visión, no hay 'lawfare', sino una lucha necesaria contra la corrupción sistémica. El accionar de jueces como Bonadio es reivindicado como el de alguien que se atrevió a investigar a los poderosos. En este debate, magistrados como Slokar y Boico, desde su visión garantista, han sido muy críticos de lo que consideran una degradación de las garantías constitucionales en pos de un clamor punitivista, lo que les ha valido tanto elogios por su apego a la ley como críticas por supuestamente favorecer la impunidad. La figura de Ariel Lijo, en este contexto, es un enigma: ha golpeado a políticos de distintos signos, pero también ha sido acusado de proteger a otros. Su posible llegada a la Corte es vista por muchos como una pieza clave en este ajedrez.
La Imprescindible Reforma Judicial: ¿Una Utopía?
Todos los gobiernos, sin excepción, han prometido una reforma judicial. Sin embargo, los resultados han sido escasos. Hay consenso en el diagnóstico: lentitud, falta de transparencia, influencia de los servicios de inteligencia y un sistema de selección de jueces demasiado permeable a la política. Pero no hay acuerdo en las soluciones. Cada proyecto de reforma es visto por la oposición como un intento de 'colonizar' la justicia para garantizar impunidad. Se ha hablado de cambiar el Consejo de la Magistratura, de implementar de una vez por todas el sistema acusatorio (donde los fiscales investigan y los jueces juzgan, limitando el poder del juez instructor) y de licuar el poder concentrado en Comodoro Py. El nombramiento de un nuevo miembro en la Corte, como podría ser Lijo, es una parte central de esta discusión, porque la composición del máximo tribunal define la dirección de la justicia por décadas. La historia del destituido Boggiano nos enseña que los cambios más profundos a veces no vienen de grandes leyes, sino de actos institucionales que trazan una línea roja. Para que cualquier reforma sea exitosa y legítima, necesitará un consenso político y social que hoy parece muy lejano. Mientras tanto, el Poder Judicial seguirá funcionando con sus reglas y actores actuales, en una tensión constante que desgasta su bien más preciado: la confianza de la gente. Para quien desee profundizar en la estructura formal, la web de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es un buen punto de partida.