Entender la afiliación política de Gustavo Petro es como recorrer un mapa de la historia reciente de Colombia. No se trata de una sola etiqueta, sino de un viaje que comenzó en la insurgencia del M-19 y lo llevó, décadas después, a la Presidencia. En mi experiencia cubriendo la política nacional, pocas trayectorias son tan complejas y reveladoras. Este artículo desglosa cada etapa clave: su transición a la democracia con la Alianza Democrática M-19, su consolidación como líder de oposición en el Polo Democrático, la creación de su propio movimiento, Progresistas, y la estrategia maestra que lo llevó al poder: la fundación de Colombia Humana y la construcción de la coalición Pacto Histórico. Aquí te cuento la historia completa, sin tecnicismos, para que entiendas de verdad el entramado político que lidera el actual presidente.

Tabla de Contenido
- De la clandestinidad a la Constituyente: Los primeros pasos
- La consolidación en el Polo Democrático y la gran ruptura
- El camino a la Presidencia: Colombia Humana y el Pacto Histórico
De la clandestinidad a la Constituyente: Los primeros pasos
Para comprender la figura de Gustavo Petro hoy, tenemos que retroceder en el tiempo. Su historia no es la del político de carrera que crece en un solo partido; es mucho más interesante. Es la crónica de una transformación profunda, nacida en la clandestinidad y pulida en el complejo escenario de la democracia colombiana. Todo comienza con el Movimiento 19 de Abril, el famoso M-19. Yo era muy joven, pero recuerdo el aura casi mítica que rodeaba a esta guerrilla urbana y nacionalista, muy distinta a los movimientos agrarios de la época. Petro se unió a ellos con apenas 17 años, bajo el alias de 'Aureliano'. Quienes lo conocieron entonces cuentan que su rol era más de organización social y de ideas que de acción militar. Esa etapa forjó su visión crítica del Estado y su profunda convicción de que Colombia necesitaba un cambio estructural.
El punto de inflexión llegó a finales de los 80. En un país que clamaba por paz, el M-19 tomó la valiente decisión de dejar las armas. Recuerdo la enorme esperanza que generó la firma de la paz en 1990. De ese proceso nació la Alianza Democrática M-19 (AD M-19). En ese momento, si alguien preguntaba por el partido de Petro, la respuesta era clara: era uno de los fundadores de este nuevo proyecto político. La AD M-19 irrumpió con una fuerza arrolladora en el panorama nacional. A pesar del trágico asesinato de su candidato presidencial, Carlos Pizarro, el movimiento se convirtió en una fuerza decisiva en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, siendo clave en la redacción de la nueva Constitución que hoy nos rige.
Fue en ese ambiente de cambio que un joven Petro fue elegido a la Cámara de Representantes en 1991. Su partido era el símbolo de un nuevo país posible. Sin embargo, como muchos proyectos idealistas, la AD M-19 fue perdiendo fuerza por dinámicas internas y la presión de la política tradicional. Tras un exilio forzado por amenazas, Petro regresó a un escenario diferente. La Alianza ya no existía, y junto a otros excompañeros fundó el movimiento Vía Alterna para volver al Congreso. Esta primera etapa nos enseña algo clave: la carrera de Petro no ha sido la de afiliarse a un partido, sino la de construir constantemente el vehículo político que le permita impulsar sus ideas. Fue su gran escuela, donde aprendió a debatir, a denunciar y a navegar las turbulentas aguas de la política colombiana, sentando las bases de lo que hoy conocemos como el 'progresismo'.

La consolidación en el Polo Democrático y la gran ruptura
A comienzos de los 2000, la izquierda colombiana era un archipiélago de pequeños grupos sin poder real. En ese contexto, la creación del Polo Democrático Alternativo (PDA) fue un hito. Representó un intento serio de unificación, y Petro vio allí la oportunidad de llevar sus ideas a una plataforma con músculo nacional. Durante años, el PDA fue su casa política. Fue dentro de este partido donde se consolidó como una de las figuras más importantes de la oposición. Como muchos colombianos, recuerdo sus debates sobre la 'parapolítica' en el Senado; eran cátedras de investigación y valentía que paralizaban al país. Sus denuncias, siempre documentadas, sobre los nexos entre políticos y paramilitares, le dieron un enorme prestigio y lo perfilaron como un luchador frontal contra la corrupción.
Sin embargo, dentro del Polo convivían muchas almas. Petro representaba un ala más pragmática, mientras que otros sectores eran más dogmáticos. La tensión estalló tras las elecciones presidenciales de 2010. Pero el verdadero punto de quiebre fue el escándalo del 'Carrusel de la Contratación' en la Alcaldía de Bogotá, administrada por Samuel Moreno, una figura prominente del mismo Polo. Fiel a su estilo, Petro fue uno de los denunciantes más vehementes de la corrupción dentro de su propio partido. Esa coherencia le costó cara y la ruptura fue inevitable.
En 2011, abandonó el Polo Democrático. Fue una movida audaz; muchos pensamos que era un suicidio político. Pero Petro entendió que necesitaba su propio espacio, libre de los vicios de las estructuras tradicionales. Así nació el Movimiento Progresistas, con el que, contra todo pronóstico, ganó la Alcaldía de Bogotá ese mismo año. Su administración, bajo el lema 'Bogotá Humana', fue un laboratorio para su proyecto de país. Estuvo llena de polémicas y de una oposición feroz, pero también de políticas sociales innovadoras. Esa experiencia, con sus luces y sombras, le demostró las enormes resistencias que generaba su visión, pero también le confirmó que tenía la capacidad de gobernar. Se desvinculó de un colectivo para crear un movimiento personalista, sentando las bases de lo que vendría después.

El camino a la Presidencia: Colombia Humana y el Pacto Histórico
Tras su paso por la alcaldía, el objetivo de Gustavo Petro era claro: la Presidencia. Para ello, el Movimiento Progresistas evolucionó hacia una estructura con mayor vocación nacional: Colombia Humana. Este es, en esencia, su partido, la plataforma creada para difundir su proyecto de una Colombia basada en la justicia social y una economía productiva y sostenible. El camino, como siempre, estuvo lleno de obstáculos, incluyendo una larga batalla legal para obtener el reconocimiento oficial del partido. La campaña presidencial de 2018 fue el gran salto. Aunque perdió en segunda vuelta, los más de 8 millones de votos que obtuvo fueron un resultado histórico que lo catapultó como el líder indiscutible de la oposición.
Desde su curul en el Senado, Petro capitalizó el creciente descontento social que se vio en las protestas de 2019 y 2021. Fue entonces cuando, en mi opinión, hizo su jugada política más astuta. Entendió que solo con Colombia Humana no bastaba. Necesitaba construir una alianza mucho más grande. De esa visión estratégica nació el Pacto Histórico, una amplia coalición de partidos de izquierda, movimientos sociales y líderes regionales. Así que, para responder con precisión, hoy la afiliación de Petro es dual: su partido es Colombia Humana, pero la plataforma que lo llevó al poder y con la que gobierna es el Pacto Histórico.
Esta estrategia fue un éxito rotundo. En 2022, junto a Francia Márquez, logró una victoria histórica, convirtiéndose en el primer presidente de izquierda de Colombia. Gobernar, sin embargo, ha sido un desafío monumental. La complejidad de mantener unida una coalición tan diversa y la fuerte oposición de los poderes tradicionales han dificultado el avance de sus reformas. El futuro del proyecto 'progresista' dependerá en gran medida de cómo navegue estas tensiones. Quienes quieran profundizar en la base ideológica de su movimiento, pueden encontrar más detalles en la web oficial del partido Colombia Humana. En definitiva, la trayectoria de Petro no es la historia de un partido, sino la de una odisea política de más de tres décadas. Es la crónica de cómo un proyecto, inicialmente marginal, logró interpretar el sentir de millones y convertirse en una alternativa real de poder.