Este artículo explora en profundidad la Real Parroquia de Santa Ana en Sevilla, conocida como la 'Catedral de Triana'. Desde su fundación por el rey Alfonso X el Sabio en 1266, esta iglesia ha sido un pilar espiritual y cultural. Analizamos su singular arquitectura gótico-mudéjar, la primera de este estilo en la ciudad tras la reconquista. Detallamos los tesoros artísticos que alberga, como el impresionante retablo mayor con pinturas de Pedro de Campaña y numerosas capillas de incalculable valor. También nos sumergimos en las leyendas, su profunda conexión con el barrio de Triana y su papel central en festividades como la Velá de Santa Ana. La iglesia de Santa Ana no es solo un monumento, es el corazón palpitante de Triana, y esta guía desvela todos sus secretos. Exploramos cada rincón de la parroquia de Santa Ana, un templo que ha sobrevivido a terremotos y ha sido testigo de la historia de Sevilla, consolidándose como una joya patrimonial indispensable.

Orígenes y Fundación: Un Voto Real que Dio Vida a la Parroquia de Santa Ana
La historia de la Real Parroquia de Santa Ana, en el corazón del emblemático barrio de Triana en Sevilla, es una crónica fascinante que se entrelaza con la realeza, la fe y la identidad de una de las zonas con más carácter de toda España. Para comprender la magnitud de este templo, a menudo apodado con cariño y respeto como la 'Catedral de Triana', es imprescindible viajar en el tiempo hasta el siglo XIII, un período de profundas transformaciones en la península ibérica. La fundación de la iglesia de Santa Ana no fue un acto administrativo más, sino el resultado de una promesa divina, un voto personal del rey Alfonso X, conocido universalmente como 'el Sabio'. Según relata la tradición, el monarca padecía una grave dolencia ocular que le causaba terribles dolores y amenazaba con dejarle ciego. En su desesperación, y con una profunda fe, se encomendó a Santa Ana, la madre de la Virgen María, prometiendo erigir en su honor un magnífico templo si le concedía la sanación. El milagro, según las crónicas, se produjo. [18] El rey experimentó una notable mejoría, y fiel a su palabra, en el año 1266 ordenó el inicio de las obras de lo que se convertiría en la primera iglesia de nueva planta construida en Sevilla tras la reconquista de la ciudad por su padre, Fernando III, en 1248. [5, 7] Esta decisión no solo cumplía una promesa personal, sino que también tenía un profundo significado estratégico y simbólico. Mientras que otras de las primeras veinticinco parroquias de la ciudad se establecieron sobre antiguas mezquitas adaptadas al culto cristiano, la parroquia de Santa Ana se erigió desde sus cimientos como un templo puramente cristiano, un estandarte de la nueva era que comenzaba en Sevilla. [9, 18] La elección de su emplazamiento en Triana, al otro lado del río Guadalquivir, tampoco fue casual. Triana era un arrabal con una identidad propia muy marcada, un núcleo de población en expansión, hogar de marineros, alfareros y artesanos. [24] Establecer una parroquia de tal envergadura en esta zona, que hasta entonces solo contaba con una pequeña iglesia en el Castillo de San Jorge, era una forma de consolidar el cristianismo, atender las necesidades espirituales de una población creciente y monumentalizar un barrio clave para la vida de la ciudad. [3, 9] El diseño de la iglesia santa ana fue una empresa ambiciosa que reunió a los mejores artífices de la época. Para su construcción, Alfonso X trajo a maestros canteros de Burgos, expertos en el nuevo estilo gótico que triunfaba en Castilla y en toda Europa, y los hizo colaborar con alarifes mudéjares, los artesanos locales herederos de la tradición constructiva andalusí. [5, 9] Esta fusión de estilos dio lugar a una obra singular, la primera manifestación del gótico en Sevilla, pero con una impronta mudéjar inconfundible. [6] El resultado es una arquitectura que, aún hoy, nos habla de esa encrucijada cultural. La estructura de la santa ana iglesia se concibió con un carácter casi defensivo. Al estar fuera del recinto amurallado principal de la ciudad, se le dotó de un aspecto robusto, con contrafuertes macizos y un remate almenado en sus cubiertas que aún hoy se puede apreciar, un recordatorio de que fue la primera fortaleza de la fe cristiana levantada extramuros. [7, 8] La planta del templo es de tipo basilical, con tres naves separadas por robustos pilares de ladrillo de sección cruciforme, a los que se adosan semicolumnas de piedra que recogen los nervios de las bóvedas de crucería. [9, 24] El uso predominante del ladrillo como material constructivo es una de las características más definitorias de la herencia mudéjar, mientras que la piedra se reservó para los elementos más nobles como las portadas, los arcos, los nervios de las bóvedas y los capiteles. [9, 24] Esta combinación no solo era práctica, aprovechando los materiales locales, sino que también creaba un vibrante juego cromático y de texturas. Las portadas de la iglesia son un capítulo aparte. Aunque sufrieron modificaciones a lo largo de los siglos, especialmente tras el devastador terremoto de Lisboa de 1755, aún conservan elementos que nos hablan de su esplendor original. [3, 8] La portada de la nave del Evangelio es la que mejor mantiene su diseño gótico-mudéjar, con una serie de arquivoltas apuntadas y abocinadas, decoradas con puntas de diamante, un motivo ornamental muy característico. [9] La torre de la parroquia de santa ana, construida en el siglo XIV, también refleja esta dualidad estilística. [7, 8] Su cuerpo inferior es mudéjar, con arcos ciegos polilobulados y de herradura, mientras que el campanario superior fue añadido en el siglo XVII en estilo barroco, con azulejos azules y blancos que anuncian la riqueza cerámica de Triana. [9] La construcción de esta monumental iglesia santa ana fue un proceso largo, que se extendió hasta principios del siglo XIV. [8] A lo largo de los siglos, el templo ha sido testigo de la historia viva de Sevilla. El terremoto de 1355 obligó a una importante reconstrucción. [9] Más tarde, el auge económico de la ciudad tras el descubrimiento de América y la instauración de la Casa de la Contratación en 1503, trajo un nuevo período de esplendor. [3] Nobles, mercaderes y marinos enriquecidos en la carrera de Indias financiaron la construcción de capillas y la dotaron de un patrimonio artístico excepcional, dejando su huella imborrable en la santa ana iglesia. [5] La historia de la fundación de la iglesia de santa ana es, por tanto, mucho más que la construcción de un edificio. Es el símbolo del poder real, un acto de fe personal de un monarca, el punto de partida de la arquitectura cristiana en la Sevilla post-reconquista y la colocación de la primera piedra, tanto literal como figurada, de lo que hoy es el alma del barrio de Triana.
La Catedral de Triana: Arquitectura Gótico-Mudéjar en su Máxima Expresión
La estructura arquitectónica de la iglesia de santa ana es un libro abierto que narra la historia de la Sevilla del siglo XIII. Se erige como el prototipo de las iglesias gótico-mudéjares de la ciudad, un estilo que fusiona la verticalidad y la luminosidad del gótico llegado del norte con la tradición constructiva y ornamental del arte islámico, profundamente arraigada en Andalucía. Al adentrarse en la parroquia de santa ana, uno percibe inmediatamente esta síntesis única. El edificio, de planta rectangular, se divide en tres naves, siendo la central más ancha y alta que las laterales, una disposición clásica del gótico que busca crear un espacio jerarquizado y dirigir la mirada hacia el presbiterio. [7, 25] Las naves están separadas por ocho pilares cruciformes de ladrillo visto, un material humilde pero que, trabajado con maestría, adquiere una gran nobleza. [9] Adosadas a estos pilares, encontramos finas columnillas de piedra que ascienden con elegancia hasta recoger el peso de los arcos apuntados (u ojivales) y los nervios de las bóvedas. Esta solución estructural es puramente gótica, diseñada para descargar los pesos de manera eficiente y permitir abrir grandes ventanales. Las bóvedas que cubren las naves son de crucería sexpartita, un complejo sistema de arcos de piedra que se cruzan en el techo formando una especie de esqueleto. [18] Esta técnica, importada por los canteros castellanos, no solo es una proeza de ingeniería, sino que también crea un efecto visual de ligereza y elevación espiritual. Sin embargo, la esencia mudéjar impregna cada rincón de la santa ana iglesia. El uso masivo del ladrillo, no solo en los pilares sino también en los muros y arcos formeros, es el rasgo más distintivo. [24] Esta elección responde a la tradición local, ya que el ladrillo era el material por excelencia en la construcción almohade. Pero no es solo una cuestión material; es también una cuestión estética. Los alarifes mudéjares eran maestros en crear patrones decorativos con el ladrillo, jugando con la disposición de las piezas para generar texturas y motivos geométricos. Durante la restauración de la década de 1970, dirigida por el arquitecto Rafael Manzano, se eliminaron los revestimientos barrocos que cubrían los muros, dejando el ladrillo y la piedra originales a la vista, devolviendo así al templo su primitivo aspecto medieval y permitiéndonos apreciar esta maestría en todo su esplendor. [2, 7] Otro elemento fascinante son los capiteles de las columnas. Lejos de la decoración vegetal estandarizada del gótico francés, los capiteles de la iglesia santa ana son un repertorio iconográfico único. En ellos podemos encontrar cabezas humanas con diversas expresiones, leones, castillos (símbolos de la monarquía castellana) y hojas de vid, un programa escultórico que mezcla lo religioso y lo profano, y que refleja el crisol de culturas de la época. [24] La luz juega un papel fundamental en la concepción espacial de la parroquia santa ana. Los ventanales, aunque modificados con el tiempo, son de tracería gótica, con arcos apuntados y vanos que permiten la entrada de una luz tamizada que crea una atmósfera de recogimiento. La cabecera del templo es poligonal, formada por cinco lados, y está reforzada al exterior por imponentes contrafuertes que contrarrestan el empuje de las bóvedas del ábside, permitiendo que el muro interior sea más esbelto. Este diseño, típico del gótico, se combina con las terrazas almenadas de la cubierta, que le confieren ese ya mencionado aspecto de iglesia-fortaleza. [7] A lo largo de su historia, la iglesia de santa ana ha ido sumando elementos que han enriquecido su fisonomía. En el siglo XV se añadió la capilla del Capitán Monte Bernardo, cubierta con elaboradas bóvedas estrelladas de estilo gótico tardío. [8] En el XVI, la Capilla Sacramental, y ya en el XVII, la Capilla Bautismal, ambas cubiertas con cúpulas semiesféricas que introducen un lenguaje renacentista y barroco en el conjunto. [8] El terremoto de Lisboa de 1755 supuso un antes y un después. Los daños fueron tan graves que la reconstrucción, dirigida por el arquitecto Pedro de Silva, introdujo importantes modificaciones de gusto barroco, especialmente en las portadas y en el revestimiento interior que, como se ha mencionado, fue retirado en el siglo XX. [3, 25] La torre-campanario merece una mención especial. Su base, del siglo XIV, es un claro ejemplo de torre mudéjar, con su estructura de ladrillo y decoración de paños de 'sebka' y arcos ciegos. [9] Sobre este cuerpo medieval, se levantan los dos cuerpos de campanas barrocos, añadidos en el siglo XVII, con una profusa decoración de azulejos sevillanos azules y blancos, que culminan en un chapitel piramidal. [9] Esta superposición de estilos en la torre es una metáfora perfecta de la propia historia de la santa ana iglesia: un palimpsesto arquitectónico donde cada época ha dejado su huella, creando un monumento armónico en su diversidad. Visitar la iglesia de santa ana es, por tanto, una lección de historia del arte en vivo. Es poder caminar bajo bóvedas góticas sostenidas por pilares mudéjares, admirar capillas renacentistas y barrocas, y contemplar una torre que une la Edad Media con la Edad Moderna. Es entender cómo dos culturas, la cristiana y la islámica, pudieron dialogar a través de la arquitectura para crear algo nuevo y sublime, un estilo único que definió la identidad de toda una ciudad. La parroquia de santa ana no es solo la 'Catedral de Triana', es la catedral del gótico-mudéjar sevillano.

El Tesoro Artístico de la Iglesia Santa Ana: Un Museo de Fe y Belleza
Traspasar las puertas de la Real Parroquia de Santa Ana es como entrar en un auténtico museo de arte sacro que abarca más de siete siglos de historia. Cada retablo, cada pintura, cada escultura y cada pieza de orfebrería que alberga esta iglesia santa ana es un testimonio de la profunda devoción de los trianeros y del mecenazgo de nobles, marinos y artistas que quisieron dejar su impronta en este lugar sagrado. Sin duda, la joya de la corona del patrimonio de la parroquia de santa ana es su retablo mayor. Esta monumental obra, realizada entre 1542 y 1557, es una de las cumbres del Renacimiento en Andalucía. Su arquitectura en madera fue diseñada por Nufro de Ortega y Nicolás Jurate, mientras que la parte pictórica, la más celebrada, corrió a cargo del maestro flamenco Pedro de Campaña (Pieter de Kempeneer), quien introdujo en Sevilla las novedades de la pintura manierista italiana. [25] El retablo está dedicado a la vida de Santa Ana, San Joaquín y la Virgen María, y se articula en quince espectaculares tablas. Las escenas, como el 'Abrazo en la Puerta Dorada', 'El Nacimiento de la Virgen' o 'La Presentación de Jesús en el Templo', destacan por su dinamismo, la monumentalidad de las figuras inspiradas en Miguel Ángel y Rafael, y un uso dramático del color y la luz que cautiva al espectador. La restauración completa llevada a cabo entre 2008 y 2010 por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico devolvió a esta obra maestra todo su esplendor. [25] Recorrer las naves laterales de la santa ana iglesia es descubrir un sinfín de tesoros en sus numerosas capillas. La Capilla Sacramental, un espacio de planta cuadrada añadido a mediados del siglo XVI, es de una gran riqueza artística. [8] En la nave de la Epístola (la derecha), encontramos el retablo de Santa Leocadia, obra de Andrés de Ocampo, y la magnífica Capilla de la Virgen de la Victoria. Esta última alberga una imagen de la Virgen que, según la tradición, acompañó a Fernando de Magallanes en su expedición para la primera circunnavegación de la Tierra. Ante esta imagen tuvo lugar la entrega de banderas y el juramento de la tripulación en 1519, un hecho histórico de trascendencia universal que vincula a la parroquia de santa ana con la mayor gesta naval de la historia. [21] Otra pieza de valor incalculable es el retablo de Santa Catalina, con pinturas de la escuela sevillana del siglo XVI. En el suelo de la nave de la Epístola, una lápida de cerámica sevillana del siglo XVI, atribuida al taller de los Polido, marca la tumba del caballero Íñigo López, conocida popularmente como la 'tumba del negro Antón', protagonista de una famosa leyenda local. La nave del Evangelio (la izquierda) no se queda atrás en suntuosidad. Aquí destaca la Capilla del Capitán Monte Bernardo, del siglo XV, con sus hermosas bóvedas estrelladas de estilo gótico florido. [8] También encontramos la Capilla Bautismal, del siglo XVII, con una pila de mármol y un retablo dedicado a San Juan Bautista. El retablo de la Virgen del Carmen y el de la Virgen del Rosario, patrona de los navegantes, son otras de las joyas de esta nave. El patrimonio escultórico de la iglesia de santa ana es igualmente notable. La imagen titular, 'Santa Ana con la Virgen y el Niño', es una bellísima obra gótica anónima del siglo XIII que preside el altar mayor. Es una talla llena de ternura y realismo, que muestra a la santa instruyendo a su hija en la lectura de las Sagradas Escrituras. Otra escultura destacada es el 'Cristo del Calvario', un crucificado del siglo XVI que preside la capilla del mismo nombre, ubicada en el ábside del lado de la Epístola. La bóveda de esta capilla está decorada con pinturas al temple realizadas por Domingo Martínez en 1740, creando un impresionante conjunto barroco. [12] La visita a la iglesia santa ana no estaría completa sin admirar su coro, situado a los pies de la nave central. [12] Está cerrado por una espléndida reja de forja barroca, obra de Tomás Martínez, instalada tras el terremoto de 1755. [12] La sillería, de estilo manierista, fue tallada en madera por Miguel Cano entre 1619 y 1620, y el órgano, que aún hoy inunda el templo con su música, fue construido por Valentín Verdalonga en 1814. [12] Incluso en el trascoro, el espacio situado detrás del coro, encontramos capillas y obras de arte de gran interés. Aquí tiene su sede la Hermandad de la Divina Pastora de las Almas de Triana, que rinde culto a una encantadora imagen de la Virgen como pastora. [29] La cerámica, seña de identidad del barrio de Triana, también tiene un lugar de honor en la santa ana iglesia. Además de los azulejos de la torre y diversas lápidas sepulcrales, destaca un excepcional panel de azulejos que representa la tumba de Íñigo López, pintado por Niculoso Pisano en 1503, uno de los grandes maestros ceramistas italianos que se afincó en Triana e introdujo la técnica renacentista de la pintura sobre loza. [12] Este tesoro artístico, que se ha ido acumulando a lo largo de los siglos gracias a la generosidad de la feligresía y las hermandades, convierte a la iglesia de santa ana en mucho más que un lugar de culto. Es un archivo vivo de la historia del arte sevillano, donde dialogan el gótico, el mudéjar, el renacimiento y el barroco. Cada rincón, cada retablo y cada imagen cuenta una historia de fe, arte y devoción que ha configurado el carácter de este templo y del barrio que lo acoge. La parroquia santa ana es, en esencia, un cofre que guarda celosamente algunos de los tesoros más preciados de Sevilla.
Vida y Alma de Triana: Centro Espiritual y Comunitario
La parroquia de santa ana es un monumento de valor histórico y artístico incalculable, pero su verdadera importancia reside en ser el corazón palpitante de Triana. [2] Durante más de 750 años, esta iglesia de santa ana ha sido mucho más que un edificio de ladrillo y piedra; ha sido el epicentro espiritual, social y cultural de uno de los barrios con más personalidad de España. [5] La vida de los trianeros ha girado en torno a su 'catedral': aquí se han bautizado generaciones, se han celebrado bodas que unían a familias del arrabal y se ha despedido a sus seres queridos. Este ritmo vital, esta conexión íntima entre el templo y sus gentes, es lo que confiere a la santa ana iglesia su alma y su carácter único. La parroquia santa ana no es solo un contenedor de arte, sino un generador de comunidad. En ella tienen su sede varias hermandades que articulan la vida religiosa y social del barrio a lo largo de todo el año. [17] Una de las más importantes es la Hermandad de la Madre de Dios del Rosario, patrona de los capataces y costaleros y de la Velá de Santa Ana. También residen aquí la Hermandad de la Divina Pastora de las Almas y la Archicofradía Sacramental, que fusiona a todas ellas. [29] Estas corporaciones no solo organizan cultos y procesiones, sino que también desarrollan una importantísima labor social y caritativa, ayudando a los más necesitados del barrio. [3] Una de las festividades más importantes y que mejor define la simbiosis entre el templo y el barrio es la Velá de Santiago y Santa Ana. Cada mes de julio, coincidiendo con la festividad de la patrona el día 26, las calles aledañas a la iglesia santa ana se transforman en una fiesta popular, la más antigua de Sevilla. Se instalan casetas, se organizan concursos populares como la 'cucaña', y se celebran competiciones deportivas y actuaciones musicales, especialmente de flamenco, arte consustancial a Triana. [13] Durante esos días, la parroquia acoge una solemne novena en honor a la santa, que culmina con una procesión y actos que atraen a miles de sevillanos y turistas. La Velá es el momento en que la devoción religiosa y la alegría popular se dan la mano, y la iglesia de santa ana se convierte en el escenario principal de esta celebración. La Semana Santa es otro de los momentos cumbre en la vida de la parroquia. Aunque hoy las grandes cofradías de Triana, como la Esperanza de Triana o la Estrella, tienen sus propias capillas, históricamente estuvieron muy vinculadas a la parroquia de santa ana. Hasta el siglo XIX, era el destino final de las estaciones de penitencia de las hermandades del barrio. [3] Uno de los momentos más esperados era el traslado de la imagen de la Esperanza de Triana a la parroquia santa ana para la celebración de sus cultos previos a la Semana Santa, un acto de gran fervor popular que llenaba las calles del barrio, aunque en ocasiones, por diversas circunstancias, no se ha podido celebrar. [30] Dentro de la cultura popular trianera, la iglesia está rodeada de un halo de leyendas y tradiciones que se han transmitido de generación en generación. La ya mencionada 'tumba del negro Antón' cuenta la historia de un caballero que, tras una vida disoluta, se redimió y fue enterrado en el templo, y se dice que su espíritu aún vaga por sus naves. Otra tradición curiosa es la del 'azulejo casamentero', un antiguo panel cerámico ante el cual, según la creencia popular, las jóvenes solteras que lo tocaban encontraban marido pronto. [21] Esta mezcla de fe, tradición y leyenda contribuye a la atmósfera mágica que se respira en el templo. Conscientes de su valor, la santa ana iglesia ha sido objeto de importantes restauraciones a lo largo de su historia para garantizar su conservación. La más significativa fue la ya citada del arquitecto Rafael Manzano entre 1970 y 1975, que le devolvió su aspecto medieval. [3, 7] Más recientemente, se han llevado a cabo intervenciones para restaurar el retablo mayor y otras obras de arte, asegurando que este legado pueda ser disfrutado por las futuras generaciones. [25] Para quienes deseen profundizar aún más en su historia y vida, la parroquia de santa ana mantiene una presencia activa, contando con una página web oficial (www.santanatriana.org) donde se puede encontrar información sobre horarios de misas, visitas culturales y la rica vida pastoral de la comunidad. [2, 4] Esta web sirve como un puente digital entre su historia centenaria y las necesidades del siglo XXI, demostrando que esta venerable institución sigue viva y al servicio de su gente. En definitiva, la iglesia de santa ana es el resumen perfecto de Triana: es histórica y moderna, devota y festiva, monumental y cercana. Es el hogar de la 'abuela' de Triana, como cariñosamente llaman a Santa Ana, y como en casa de una abuela, sus puertas siempre están abiertas para acoger a todos, ofreciendo consuelo, belleza y un profundo sentido de pertenencia. [22]
Un Viaje a través de los Siglos: Capillas, Retablos y Secretos Ocultos
Explorar la Real Parroquia de Santa Ana es embarcarse en una expedición artística y espiritual que revela capas de historia en cada rincón. Más allá de su imponente estructura gótico-mudéjar y su célebre retablo mayor, la iglesia de santa ana alberga un universo de capillas y obras de arte que merecen una contemplación detallada. Cada una de estas capillas es un microuniverso de devoción, financiado por gremios, familias nobles o cofradías, que narra una historia particular y refleja los gustos estéticos de su época. Empezando nuestro recorrido por la nave de la Epístola (el lado derecho al entrar), la primera capilla que capta nuestra atención es la Capilla de San Francisco. Contiene un retablo barroco del siglo XVII presidido por una imagen de San Francisco de Paula, que procede del desaparecido convento de los Mínimos de Triana, cedida tras la desamortización de Mendizábal. [21] Avanzando hacia la cabecera, nos topamos con la Capilla de la Virgen de la Victoria. Este espacio es de una resonancia histórica abrumadora. La imagen de la Virgen, una talla del siglo XVI, es la misma ante la cual oraron Magallanes y Elcano con su tripulación antes de partir en el viaje que cambiaría la concepción del mundo. [21] El retablo que la acoge es barroco, y el conjunto invita a reflexionar sobre la fe como motor de las más grandes aventuras humanas. La conexión de la parroquia de santa ana con la era de los descubrimientos es palpable y fundamental para entender su auge y riqueza. [5] Justo al lado, se encuentra la Capilla de Santa Catalina, con un retablo que presenta interesantes pinturas sobre tabla de Fray Miguel de Amberes, datadas en el siglo XVI, que muestran escenas de la vida de la santa. La siguiente parada obligada es la Capilla del Calvario, situada en el extremo de la nave, en el muro del ábside. [12] Está presidida por el 'Cristo del Calvario', un sobrecogedor crucificado del círculo de Roque de Balduque, del siglo XVI. Lo más impactante de esta capilla es la decoración de su bóveda, cubierta por pinturas al temple de Domingo Martínez de 1740 que representan la Trinidad y ángeles pasionarios, creando una 'gloria' barroca de gran efecto escenográfico. [12] Cruzando al otro lado del templo, a la nave del Evangelio (izquierda), la riqueza artística continúa. La primera capilla desde los pies es la Capilla Bautismal. [8, 9] Data del siglo XVII y, como su nombre indica, alberga la pila bautismal donde incontables generaciones de trianeros han recibido el primer sacramento. El espacio se cubre con una cúpula semiesférica sobre pechinas, de claro gusto clasicista. Siguiendo nuestro paseo, encontramos la capilla que hoy acoge a la Hermandad de la Madre de Dios del Rosario. La imagen titular es una obra anónima del siglo XVIII, rodeada de un rico ajuar y situada en un retablo neobarroco. La devoción a esta Virgen está muy arraigada, especialmente entre la gente del mar y los artesanos. La capilla más singular desde el punto de vista arquitectónico en esta nave es la Capilla del Capitán Monte Bernardo. [8] Fue fundada en el siglo XV por un rico mercader de origen flamenco, y su arquitectura es un ejemplo exquisito del gótico tardío o florido. Lo más destacado son sus dos tramos de bóvedas de crucería estrellada, cuyos nervios forman complejos dibujos geométricos, una demostración del virtuosismo que alcanzaron los canteros a finales de la Edad Media. Pero los tesoros de esta santa ana iglesia no se limitan a sus capillas. Hay que prestar atención a los detalles dispersos por todo el templo. Por ejemplo, el conjunto de lápidas sepulcrales de cerámica triana de los siglos XV y XVI, incrustadas en el suelo. La más famosa es la ya citada de Íñigo López, pero hay otras que son verdaderas obras de arte del género, con escudos heráldicos y bellas tipografías. [12] El púlpito, adosado a uno de los pilares de la nave central, es otra obra maestra, una pieza gótica de hierro forjado, de una delicadeza y complejidad extraordinarias. El coro, que ya hemos mencionado, merece una segunda mirada. La sillería de Miguel Cano no solo es un mueble litúrgico, sino un programa iconográfico con relieves de santos y profetas. [12] La monumental reja que lo cierra y el impresionante órgano barroco completan un conjunto de una calidad superlativa. [12] Uno de los grandes secretos que guardó la iglesia santa ana durante siglos fue su propio aspecto original. El terremoto de Lisboa de 1755 provocó tantos daños que la reconstrucción barroca alteró profundamente su interior, revistiéndolo de yeserías y estucos según el gusto de la época. [3, 18] No fue hasta la restauración de Rafael Manzano en los años 70 del siglo XX que la iglesia de santa ana se despojó de ese 'disfraz' barroco para mostrar de nuevo la belleza austera y sincera de su ladrillo y piedra originales, un acto de purificación arquitectónica que nos permite hoy leer su historia de forma mucho más clara. [2, 7] Esta decisión, aunque controvertida en su momento, es hoy aplaudida por haber devuelto a la parroquia santa ana su esencia gótico-mudéjar. La parroquia de santa ana es un organismo vivo, que sigue creciendo y cuidando su patrimonio. Las labores de conservación son constantes, desde la limpieza de un retablo hasta la restauración de una pintura, todo ello supervisado por instituciones como el Arzobispado de Sevilla y entidades dedicadas al patrimonio. Para aquellos interesados en la gestión y conservación del patrimonio eclesiástico en la región, la web de la Archidiócesis de Sevilla ofrece una ventana a los proyectos y la actualidad de las iglesias de la diócesis, incluyendo joyas como esta. [4] En conclusión, cada visita a la santa ana iglesia puede ser una nueva aventura. Siempre hay un detalle en un capitel, una inscripción en una lápida o un pliegue en la túnica de una escultura que no habíamos visto antes. Es un lugar para ser recorrido sin prisa, dejándose impregnar por la pátina de los siglos y la densa atmósfera de fe y arte que emana de sus muros. La parroquia santa ana no solo es la casa de la abuela de Triana, es también un inmenso y maravilloso gabinete de curiosidades artísticas e históricas.