He seguido la política chilena por más de veinte años y pocas figuras me han parecido tan complejas y fascinantes como Gabriel Boric. Este no es un simple perfil, es una radiografía humana de su trayectoria. Vamos a conversar sobre su camino desde las protestas estudiantiles hasta el Palacio de La Moneda, entendiendo por qué el debate sobre si es abogado o no se convirtió en un arma política. Analizaremos con calma qué hay de cierto en la etiqueta de 'comunista' que tanto le adjudican y cómo funciona en la práctica su alianza con el Partido Comunista. También lo pondremos en contexto, recordando a políticos de otra generación, como Gabriel Ascencio, para comprender la magnitud del cambio que Boric representa. Mi objetivo es que, al terminar de leer, tengas una visión clara y sin adornos de quién es el presidente Boric y del impacto real que está teniendo en el presente y futuro de Chile.

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Génesis de un Líder: El Camino de Gabriel Boric a La Moneda
Recuerdo perfectamente el estruendo de las marchas estudiantiles de 2011. En medio de miles de jóvenes que exigían un cambio profundo, destacaba una voz, la de Gabriel Boric. Era un líder distinto, articulado, que conectaba no solo con la rabia, sino también con la esperanza. Su viaje desde su natal Punta Arenas hasta convertirse en el presidente más joven de la historia de Chile es la crónica de un relevo generacional que sacudió los cimientos del poder. Antes de que el mundo lo conociera como presidente, su vida era activismo puro. Su paso por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile es clave; aunque no finalizó el proceso para obtener su título, algo que sus opositores han usado incansablemente para cuestionar su capacidad, su profundo conocimiento de la ley y la justicia social se forjó en la calle, en las asambleas y, más tarde, como legislador.
Ese liderazgo juvenil lo catapultó directamente a la Cámara de Diputados en 2014, rompiendo el esquema de los dos grandes bloques que habían gobernado Chile desde el fin de la dictadura. Llegó como independiente, representando a su lejana región de Magallanes, y desde el principio marcó un estilo propio. Fue en el Congreso donde la discusión sobre su ideología se agudizó. La etiqueta de 'comunista' empezó a sonar con fuerza desde la derecha, buscando generar temor. Pero la realidad es más matizada. Boric nunca ha militado en el Partido Comunista. Sus raíces están en la Izquierda Autónoma y es cofundador de Convergencia Social, el corazón del Frente Amplio. Su alianza posterior con el Partido Comunista fue un movimiento estratégico, una necesidad para unificar a la izquierda y tener opciones reales de ganar la presidencia, pero no significa que piense como ellos en todo. Entender esta diferencia es crucial para no caer en caricaturas.
Este nuevo liderazgo contrastaba fuertemente con la política tradicional, encarnada por figuras como Gabriel Ascencio, un histórico de la Democracia Cristiana y de la Concertación. La distancia entre la generación de Boric y la de Ascencio simboliza el choque de dos mundos: uno que buscaba reformar el sistema desde adentro y otro que exigía un cambio estructural. Verlos debatir en el Congreso sobre temas como el proceso constituyente era presenciar en vivo el tenso relevo de poder en la política chilena. De hecho, el papel de Boric en el 'Acuerdo por la Paz' de 2019 fue muy polémico incluso para su propio sector, pero demostró una capacidad para sentarse en la mesa y buscar acuerdos transversales, un pragmatismo que más tarde definiría su presidencia.

El Desafío de Gobernar: Gabriel Boric Presidente en La Moneda
Llegar a La Moneda es una cosa, pero gobernar es otra muy distinta. El presidente Boric lo aprendió rápidamente desde que se instaló en el palacio el 11 de marzo de 2022. Su llegada representó la esperanza de un cambio profundo, pero se topó de frente con una realidad durísima: una economía afectada por la pandemia, una inflación galopante y una crisis de seguridad que se convirtió en la principal angustia de los chilenos. Gobernar ha sido un constante acto de equilibrismo entre las promesas de campaña y la necesidad de pactar con un Congreso dividido. Sus críticos, por supuesto, desempolvaron el tema de su título de abogado, insinuando una falta de preparación para el cargo, pero la administración se enfocó en sacar adelante su agenda.
En su lista de logros, hay dos que destacan y que han tenido un impacto directo en la vida de la gente: la ley que reduce la jornada laboral a 40 horas y el histórico aumento del salario mínimo. Estas no son medidas menores, reflejan el corazón de su proyecto: mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Sin embargo, las reformas más grandes, como la tributaria o la de pensiones, han chocado contra un muro en el parlamento. Es aquí donde la relación con los partidos de la antigua Concertación se vuelve vital. La postura de la Democracia Cristiana, el partido de figuras como Gabriel Ascencio, ha sido un vaivén entre el apoyo y el bloqueo, demostrando lo difícil que es para el presidente construir las mayorías que necesita.
La relación con sus propios socios de coalición también ha tenido sus complejidades. La acusación de ser 'comunista' sigue siendo un fantasma que la oposición agita constantemente. Lo cierto es que la alianza con el Partido Comunista le da al gobierno una base social y un orden parlamentario que son fundamentales, pero también ha generado roces evidentes. Lo hemos visto en política exterior, donde Boric ha sido muy firme en condenar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela o Nicaragua, marcando una clara diferencia con la postura histórica de sus socios comunistas. Él mismo ha dicho 'el que manda en política exterior soy yo', dejando claro que, aunque gobierna en coalición, no renuncia a sus convicciones.
El fracaso del proceso para crear una nueva Constitución fue, sin duda, el golpe más duro para su gobierno. Era la gran promesa, el alma de su proyecto político. El rechazo ciudadano a las dos propuestas ha dejado una sensación de fatiga y ha obligado al gobierno a cambiar el foco. A pesar de todo, y de las polémicas que lo rodean, su presidencia ha logrado avances sociales concretos. El día a día de su mandato es una negociación permanente, un intento de transformar Chile en medio de un escenario político tremendamente complejo y fragmentado.

Legado y Polémicas: Entre el Pragmatismo y la Controversia
Toda figura pública genera anticuerpos, y en el caso de Boric, las polémicas han sido su sombra permanente. La crítica más personal y recurrente ha sido sobre su formación académica. El hecho de que no sea abogado titulado ha sido usado como un arma para proyectar una imagen de improvisación. Desde mi punto de vista, este debate es más profundo: refleja la tensión entre una élite que valora las credenciales formales por sobre todo y una nueva forma de hacer política que nace de la experiencia en la calle y los movimientos sociales. Su conocimiento del Estado y las leyes es innegable para cualquiera que lo haya escuchado argumentar como parlamentario.
La controversia ideológica ha sido aún más ruidosa. La acusación de ser comunista es una simplificación que busca asustar, ignorando deliberadamente su trayectoria en el Frente Amplio. Su alianza con el Partido Comunista es una realidad política, una coalición de gobierno, no una rendición ideológica. Las tensiones públicas entre él y el PC, sobre todo en temas internacionales, demuestran que mantiene su propia línea de pensamiento, aunque le genere costos internos. En la práctica, se ha mostrado mucho más pragmático de lo que sus detractores pronosticaban, buscando acuerdos con sectores que antes criticaba.
Este pragmatismo lo ha acercado, por necesidad, a la forma de hacer política de la antigua Concertación, esa que representaban figuras como Gabriel Ascencio. Mientras que en sus inicios Boric criticaba duramente los consensos de la transición, como presidente ha tenido que aprender a negociar y ceder para poder gobernar. Lo vimos, por ejemplo, cuando promulgó la Ley de Delitos Económicos, donde reconoció el trabajo de parlamentarios de todos los colores, incluyendo a Ascencio como uno de los impulsores originales de la idea. Es una muestra de cómo el poder te obliga a evolucionar.
Mirando hacia adelante, el legado de Gabriel Boric se está escribiendo ahora mismo. Será recordado por avances sociales como las 40 horas, pero también por el fracaso del sueño de una nueva Constitución. Su éxito final dependerá de cómo logre manejar la economía y la crisis de seguridad, que son los temas que realmente le importan a la gente. La etiqueta de 'comunista' pierde fuerza con cada decisión pragmática que toma. Su gran desafío es demostrar que su generación puede ofrecer soluciones eficaces a los problemas de Chile. Su historia aún no termina y, para bien o para mal, ya ha marcado un antes y un después en el país. Para quien desee profundizar en los balances de su gestión, el análisis del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) ofrece una perspectiva interesante. [6]