Elecciones 2025: El Tablero Global y los Liderazgos que Definirán el Mañana

El año 2025 se perfila como un periodo de intensa actividad política a nivel mundial. Desde mi perspectiva, no es un año cualquiera; es un termómetro clave que nos dirá mucho sobre el pulso global. Aquí desglosamos las contiendas que capturan la atención, desde las primarias presidenciales en Chile, donde se cocina el futuro del oficialismo, hasta las inesperadas elecciones federales en Alemania, que redefinirán el liderazgo de la economía más grande de Europa. No nos olvidamos de Estados Unidos, donde, aunque no hay elección presidencial, los comicios estatales y locales serán cruciales para entender el ánimo de la nación y las tendencias venideras. Este es tu mapa definitivo para comprender a los protagonistas y las dinámicas que moldearán nuestro futuro político. Es como leer el ADN del próximo año global.

Montaje de banderas de Chile, Alemania y Estados Unidos sobre una urna electoral, simbolizando los candidatos elecciones 2025 a nivel mundial.

El Panorama Latinoamericano: Chile en la Mira de las Elecciones 2025

Tabla de Contenido:

Desde mi trinchera como analista, si hay algo que he aprendido en años de observar el pulso político es que cada elección, no importa cuán local parezca, es una pieza en el rompecabezas global. Y el año 2025, créanme, no es la excepción. América Latina, ese vibrante continente que siempre nos sorprende, tiene en la mira a Chile. Esta nación se prepara para un proceso presidencial y parlamentario de alta tensión que, sin duda, marcará su rumbo.

La clave en Chile es la definición de sus abanderados. El oficialismo, agrupado en ‘Unidad por Chile’, ha tomado una decisión estratégica: primarias el 29 de junio de 2025. Un mecanismo democrático que, aunque de voto voluntario, es vinculante y busca blindar una candidatura única. Es un movimiento inteligente para presentarse fuertes. Entre quienes competirán, vemos perfiles muy diversos que reflejan las distintas corrientes de la coalición gobernante. Carolina Tohá, del PPD, emerge con un peso político considerable y una experiencia de gobierno invaluable. Su rol como Ministra del Interior la pone en el foco, pero también la expone al desgaste que implica gestionar áreas tan sensibles como la seguridad. Su discurso, centrado en combinar transformaciones sociales con orden y crecimiento, busca seducir a un electorado de centro, un segmento que siempre es vital.

Por otro lado, Gonzalo Winter, del Frente Amplio, representa la savia nueva, el ala más progresista. Su apuesta es reavivar ese espíritu de cambio que vimos en 2019, profundizando en reformas cruciales como pensiones, salud y educación. Su gran desafío, como yo lo veo, es expandir su base más allá de los nichos urbanos y juveniles. Y no podemos olvidar a Jeannette Jara, del Partido Comunista, actual Ministra del Trabajo. Su gestión en la reforma de pensiones le ha ganado aplausos, y su candidatura apela a una izquierda más tradicional, con fuertes raíces en el mundo sindical. Finalmente, Jaime Mulet, de la Federación Regionalista Verde Social, aporta una visión descentralizadora y ecologista, buscando capitalizar el descontento regional con el centralismo. El resultado de estas primarias será un termómetro preciso de las fuerzas internas del oficialismo, y definirá la estrategia para enfrentar a una oposición que, aunque sin primarias, ya perfila a sus propios contendientes.

Pero Chile no es la única estrella en este mapa latinoamericano. En Bolivia, las elecciones generales del 17 de agosto de 2025 prometen ser un punto de inflexión. La profunda grieta en el Movimiento al Socialismo (MAS) entre el presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales, amenaza con fracturar al partido que ha dominado la política boliviana por décadas. Aquí la incertidumbre es la palabra clave. Y en Ecuador, el 9 de febrero, el presidente Daniel Noboa buscará la reelección tras un mandato marcado por la lucha contra el crimen organizado y una crisis diplomática con México. Su capacidad de mostrar resultados en seguridad será su mejor carta. Incluso México vivirá un proceso inédito: las primeras elecciones populares de jueces, una reforma que ha generado un debate apasionante. Cómo se desarrollen estos procesos y quiénes sean los elegidos en toda la región tendrá un impacto duradero. Como siempre digo, la política regional es un efecto dominó.

Y claro, la influencia externa es innegable. Las políticas de Washington, especialmente en lo que respecta a sus propias elecciones locales en 2025, repercutirán en la región en temas cruciales como migración, comercio y cooperación en seguridad. Cada contienda, desde las primarias chilenas hasta las generales bolivianas, es un capítulo más en la resiliencia y desafíos de la democracia latinoamericana. La elección de estos líderes no es un mero trámite; es el reflejo de las aspiraciones y los temores de millones de personas que esperan respuestas a problemas complejos que definen su día a día.

La complejidad del escenario chileno se acentúa cuando miramos a la oposición. Divididos y sin primarias, los partidos de derecha y centro-derecha tienen el reto de unificar fuerzas. Figuras como Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia, suenan fuerte en las encuestas, capitalizando una imagen de gestión y firmeza. Sin embargo, el ascenso de liderazgos más extremos, como el de José Antonio Kast, podría fragmentar el voto y complicar sus aspiraciones a La Moneda. Es una dinámica que cualquier estratega político sigue con lupa. La campaña, que se intensificará tras las primarias oficialistas, girará en torno a la seguridad, el estancamiento económico, la reforma de pensiones y el debate constitucional, que sigue latente. Los aspirantes deberán ofrecer propuestas creíbles y viables para conectar con la ciudadanía.

En este contexto, la comunicación política jugará un rol sin precedentes. Las redes sociales, la desinformación y la capacidad de movilizar a electorados cada vez más apáticos o volátiles serán factores determinantes. Los equipos de campaña ya están trabajando en estrategias digitales sofisticadas. La batalla por la narrativa es tan importante como la batalla por los votos, lo he visto una y otra vez. La situación en Chile es un microcosmos de los desafíos que enfrenta la democracia representativa en el siglo XXI: fragmentación, polarización y desconfianza. Por eso, estas elecciones no solo definirán el próximo gobierno, sino que también podrían marcar un punto de inflexión en la evolución del sistema político chileno. Y sí, el rol de las elecciones locales en Estados Unidos, aunque distantes, no debe subestimarse. Un cambio en las prioridades de Washington podría alterar los equilibrios en la región, afectando comercio y seguridad. Por ejemplo, un proteccionismo en EE.UU. impactaría directamente en Chile, país dependiente de exportaciones. La migración es otro ejemplo claro. El proceso electoral chileno de 2025 es una pieza de un rompecabezas global, y su resultado resonará mucho más allá de sus fronteras. Todos, desde los aspirantes al poder hasta el último votante, son protagonistas de un momento histórico que definirá el rumbo del país para la próxima década. La capacidad de construir consensos y de ofrecer visiones de futuro esperanzadoras será la prueba de fuego. Podio de debate con siluetas de candidatos aptos para elecciones 2025 en Chile, representando la contienda electoral.

Europa en la Encrucijada: El Futuro Alemán

Cuando hablamos de Europa, el corazón económico es, sin duda, Alemania. Y en 2025, este gigante se enfrenta a un momento político decisivo con elecciones federales anticipadas el 23 de febrero. Originalmente planeadas para septiembre, el colapso de la coalición del canciller Olaf Scholz precipitó una convocatoria que ha sacudido el tablero europeo. Mi experiencia me dice que esto no es solo una elección doméstica; es un evento que definirá el rumbo de la Unión Europea en un momento de gran turbulencia.

El foco está ahora en los aspirantes que se disputarán el liderazgo de una nación que lidia con la recesión, una compleja crisis energética y tensiones sociales por la inmigración. Olaf Scholz, del Partido Socialdemócrata (SPD), enfrenta una batalla cuesta arriba. Su mandato ha estado marcado por la invasión rusa de Ucrania, que obligó a una reestructuración radical de la política energética y de defensa, y una inflación galopante. Aunque su gobierno logró evitar una crisis energética severa, la percepción de luchas internas en su coalición (Verdes y Liberales) ha erosionado su popularidad. Scholz, un político pragmático, a veces percibido como poco carismático, basa su campaña en la experiencia y la estabilidad, un valor que busca desesperadamente en tiempos turbulentos.

Su principal rival, y favorito en las encuestas, es Friedrich Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU/CSU). Merz, un veterano que regresó tras la era de Angela Merkel, ha posicionado a su partido en una línea más conservadora, tanto en lo económico como en lo social. Su discurso se centra en la reactivación económica con políticas pro-empresa, la reducción de burocracia y un control más estricto de la inmigración. Merz representa un quiebre claro con el centrismo de Merkel y busca capitalizar el descontento. Estos dos perfiles son el núcleo de la contienda por el poder.

Pero el panorama es más complejo. Robert Habeck, de Los Verdes, actual vicecanciller y ministro de Economía y Clima, también compite. Habeck ha sido central en la transición energética del país, aunque sus políticas, como el plan para reemplazar sistemas de calefacción fósiles, han generado controversia. Su candidatura busca consolidar a Los Verdes como una fuerza indispensable, apelando a un electorado preocupado por el clima pero también por la economía. Su éxito dependerá de su capacidad para convencer que la transformación ecológica es compatible con la prosperidad industrial.

Un factor que ha reconfigurado dramáticamente el debate es el ascenso de la ultraderecha. Por primera vez, Alternativa para Alemania (AfD) presenta a Alice Weidel como candidata. Economista de formación, Weidel lidera un partido con un discurso marcadamente antiinmigración y euroescéptico. El AfD ha canalizado la ansiedad sobre la seguridad, identidad nacional y economía. Aunque una victoria de Weidel es improbable, la fuerza de su partido podría convertirlo en la segunda o tercera fuerza del Bundestag, complicando la formación de coaliciones y llevando sus temas al centro del debate. Siempre he dicho que el ascenso de estas fuerzas es un síntoma de un malestar más profundo.

En este contexto, es imposible no trazar un paralelismo con otras democracias occidentales. Los temas de la campaña alemana (economía, inmigración, identidad) son los mismos que animan el debate en Estados Unidos. De hecho, los aspirantes al poder en EE.UU. y sus contiendas locales serán observados de cerca desde Berlín. El resultado de la política estadounidense post-2024, especialmente en comercio (posibles aranceles) y seguridad (compromiso con la OTAN), es vital para el futuro gobierno alemán. La relación transatlántica será un punto clave en los debates de los líderes que buscan gobernar, y su postura frente a Washington podría influir en el voto. La campaña se desarrolla en un clima de incertidumbre. La economía, motor de Europa por décadas, se ha contraído, y la confianza empresarial está baja. El debate sobre cómo financiar la modernización militar, la transición energética y el sistema de bienestar sin aumentar la deuda es central. Los contendientes deben ofrecer respuestas a estos dilemas.

La elección del 23 de febrero no es solo sobre quién ocupará la Cancillería. Es un referéndum sobre el modelo económico y social de Alemania para la próxima década y sobre su rol en un mundo inestable. El resultado determinará la capacidad de Europa para enfrentar desafíos comunes y la fortaleza de la alianza occidental. La fragmentación política es otro gran desafío. Además de los cuatro principales, otras fuerzas luchan por representación. El Partido Democrático Libre (FDP), socio liberal de la coalición saliente, lucha por sobrevivir políticamente. Su desaparición alteraría las matemáticas de las coaliciones. La izquierda también está dividida. Die Linke se ha debilitado por la escisión de Sahra Wagenknecht, quien formó su propio partido (BSW), combinando economía de izquierda con posturas socialmente conservadoras. Esta irrupción complica el panorama para la izquierda tradicional.

El sistema electoral alemán, que busca fomentar coaliciones, podría enfrentar dificultades por la creciente polarización y el ascenso de extremos. Se especulan diversas combinaciones: una ‘gran coalición’ (CDU/CSU y SPD), reedición de la ‘coalición semáforo’ o una ‘coalición Jamaica’. Cada opción implica compromisos y diferentes políticas. La campaña también se libra intensamente en el frente digital. La preocupación por la desinformación, especialmente de actores externos, es alta. Las autoridades alemanas han advertido sobre los riesgos y han tomado medidas contra las ‘fake news’. Los equipos de campaña deben navegar este entorno mediático tóxico, comunicando de forma efectiva sin caer en la simplificación o la demagogia. Como siempre he dicho, la batalla de la información es tan real como la de los votos.

Al igual que en Latinoamérica, la conexión con Norteamérica es ineludible. El debate sobre los aspirantes al poder en Estados Unidos y sus prioridades no es un asunto lejano. Un giro aislacionista en Washington podría forzar a Alemania y Europa a asumir mayor responsabilidad por su seguridad, un debate que ya está en marcha. Temas como la competencia tecnológica con China, la regulación de la inteligencia artificial y la seguridad de las cadenas de suministro son cuestiones globales donde la cooperación transatlántica es vital. La postura de los contendientes alemanes sobre estos temas será examinada minuciosamente. En resumen, las elecciones federales alemanas de 2025 son mucho más que una contienda doméstica. Son un evento de profundas repercusiones continentales y globales. Los votantes alemanes tienen en sus manos la elección de un liderazgo que no solo deberá guiar al país a través de sus propias dificultades, sino que también deberá jugar un papel crucial en la gestión de las crisis que afectan a toda Europa, desde la guerra en Ucrania hasta la emergencia climática. El perfil del próximo canciller enviará una señal clara sobre el futuro de Alemania y, por extensión, del proyecto europeo. Y eso, amigos, es algo que impactará a todos.

Vista del interior del Bundestag alemán, donde se decidirá el futuro gobierno en las elecciones 2025 con los nuevos candidatos.

Estados Unidos 2025: El Pulso de la Nación

Siempre me preguntan sobre las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y es cierto, capturan la mayor atención. Pero desde mi análisis, los años intermedios, como este 2025, son igualmente cruciales. Son el verdadero termómetro político, un laboratorio donde se gestan las futuras contiendas nacionales. Aquí no veremos una carrera por la Casa Blanca, pero la búsqueda de nuevos líderes en diferentes niveles de gobierno será intensa y muy reveladora. Es vital entender que el panorama de los aspirantes al poder en EE.UU. es tan diverso como el propio país, reflejando su complejo sistema federal.

Lejos de ser un año de calma, 2025 será un campo de batalla donde se medirán las fuerzas Demócrata y Republicana tras la resaca de las elecciones de 2024. Los resultados de estos comicios nos ofrecerán las primeras pistas sobre la aprobación del mandato presidencial y las estrategias que ambos partidos emplearán de cara a las elecciones de mitad de período de 2026. Es como ver los movimientos del ajedrez político antes de la partida principal.

Una de las contiendas más importantes a seguir serán las elecciones para gobernador en dos estados clave: Nueva Jersey y Virginia. Estas carreras suelen atraer la atención nacional porque se ven como un referéndum sobre la administración presidencial. En Virginia, las primarias del 17 de junio definirán a quienes competirán en noviembre. El estado ha oscilado entre ambos partidos, y la elección de su gobernador será un indicador clave del sentir del electorado en un ‘swing state’. Nueva Jersey, por su parte, celebrará sus primarias para gobernador y legisladores estatales el 10 de junio. Aunque tiende a inclinarse hacia los demócratas, las elecciones para gobernador pueden ser muy competitivas, y temas como impuestos, economía y gestión local dominarán el debate entre los aspirantes.

Además de las carreras para gobernador, habrá elecciones legislativas en estos estados y contiendas municipales de gran importancia. La ciudad de Nueva York, por ejemplo, votará por la alcaldía y otros cargos municipales. El liderazgo de la ciudad más grande del país tiene implicaciones que van mucho más allá de sus fronteras, especialmente en finanzas, seguridad y políticas sociales. Filadelfia y Pittsburgh en Pensilvania también tendrán importantes elecciones municipales y judiciales, con primarias programadas para el 20 de mayo. Los contendientes en estas ciudades abordarán problemas urgentes como la vivienda asequible, la seguridad pública y la infraestructura. El año también estará salpicado de elecciones especiales para cubrir vacantes en el Congreso. Por ejemplo, Florida tiene programadas elecciones especiales el 1 de abril para cubrir escaños en la Cámara de Representantes. Estas contiendas, aunque locales, pueden afectar el delicado equilibrio de poder en Washington y servir como plataforma de lanzamiento para figuras políticas emergentes. La selección de estos líderes en potencia será un proceso observado de cerca por ambos partidos.

El análisis de estas elecciones no puede desvincularse del contexto político global. Así como las elecciones en Alemania o Chile son observadas desde Washington, las contiendas estadounidenses son seguidas con atención en las capitales extranjeras. Los temas de comercio internacional, alianzas militares y política climática, aunque no estén directamente en la boleta de una elección para alcalde, subyacen en el debate político nacional que influye en estas votaciones locales. La fortaleza política del presidente en su país, medida en parte por el éxito de su partido en estas elecciones locales, afecta directamente su capacidad para proyectar poder e influencia en el extranjero. Por lo tanto, el tablero electoral de 2025, aunque fragmentado, es de una importancia estratégica inmensa, construyendo el camino hacia las batallas políticas de los años venideros. Como siempre digo, el diablo está en los detalles, y en política, los detalles son estas contiendas locales.

Profundizando en el significado de estas elecciones, es crucial entender su papel como laboratorios de la democracia. Las campañas para gobernador, alcalde o legislador estatal son a menudo el lugar donde se prueban nuevos mensajes políticos, estrategias de movilización de votantes y tecnologías de campaña que luego se escalan a nivel nacional. Los líderes que surgen en 2025 podrían ser las estrellas presidenciales del mañana. Estas contiendas son una cantera de talento político y un caldo de cultivo para las ideas que definirán el futuro de ambos partidos. El debate sobre temas específicos a nivel estatal también puede tener repercusiones nacionales. Por ejemplo, las discusiones sobre el derecho al aborto, las leyes de armas, los derechos de voto y las políticas educativas en estados como Virginia o Pensilvania a menudo sientan precedentes legales y políticos que influyen en el debate en todo el país. Los aspirantes que tomen posturas audaces sobre estos temas pueden ganar prominencia nacional, para bien o para mal.

La financiación de estas campañas es otro aspecto a considerar. Aunque no alcanzan las cifras estratosféricas de una elección presidencial, las carreras para gobernador en estados importantes pueden atraer cientos de millones de dólares. El flujo de dinero de los ‘Super PACs’ y otros grupos de interés externos a menudo indica qué contiendas se consideran más críticas y qué temas son prioritarios para los grandes donantes. Seguir el rastro del dinero puede ser tan revelador como seguir las encuestas, una lección que he aprendido una y otra vez. Además, los contendientes se enfrentarán a un electorado cada vez más polarizado y a un entorno mediático fracturado. La capacidad de un candidato para comunicarse a través de diferentes plataformas, desde los mítines tradicionales hasta TikTok, y para construir coaliciones con grupos demográficos diversos será fundamental para el éxito. La lucha contra la desinformación y la apatía del votante en un año no presidencial son desafíos adicionales que requerirán campañas creativas y enérgicas. Esto es la esencia de la estrategia digital moderna.

El resultado agregado de todas estas contiendas, desde los aspirantes a un escaño en la legislatura de Nueva Jersey hasta el próximo alcalde de Nueva York, pintará un cuadro detallado del estado de ánimo de la nación. ¿Hay un giro hacia un partido o una ideología en particular? ¿Qué temas movilizan más a los votantes? ¿Están los ciudadanos satisfechos con la dirección del país o buscan un cambio? Las respuestas a estas preguntas no solo serán analizadas por los politólogos, sino también por los líderes empresariales, los inversores y los gobiernos de todo el mundo. En resumen, si bien 2025 puede carecer del drama centralizado de una elección presidencial, es un año fundamental para la política estadounidense. Es un año de construcción, de prueba y de posicionamiento. Las victorias y derrotas en Virginia, Nueva Jersey, Nueva York y otros lugares clave establecerán la narrativa política, fortalecerán o debilitarán al presidente y darán forma al campo de batalla para las cruciales elecciones de mitad de período de 2026. Ignorar las elecciones de 2025 sería pasar por alto los cimientos sobre los que se construirá el futuro político de Estados Unidos. Los protagonistas que compiten en estos escenarios aparentemente menores son, en realidad, los arquitectos de ese futuro. Y eso, para mí, es lo más fascinante de analizar.