He seguido la carrera de Gabriel Boric desde que era un dirigente estudiantil que prometía cambiarlo todo. En este análisis, te cuento la historia completa: desde sus inicios en las protestas universitarias hasta su compleja realidad en el Palacio de La Moneda. Exploraremos los desafíos de su gobierno, cómo las reformas prometidas chocaron con la realidad política y el rol crucial de la opinión pública que marca el pulso de su mandato. Es un recorrido por sus logros, las controversias y la pregunta que todos nos hacemos: ¿cuál será su legado en un Chile que sigue buscando su camino?

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De Líder Estudiantil a La Moneda: El Camino del Joven Boric
Para entender al presidente que hoy gobierna Chile, es fundamental volver la mirada atrás, a la imagen del joven Gabriel Boric. Recuerdo bien esa época, la de las masivas movilizaciones estudiantiles de 2011. Él no era solo un estudiante de Derecho de la Universidad de Chile llegado de la lejana Punta Arenas; se estaba convirtiendo en la voz de una generación. Como presidente de la Federación de Estudiantes (FECh), tomó la posta de otra figura icónica, Camila Vallejo, y articuló con una fuerza increíble el descontento contra un modelo educativo que muchos considerábamos agotado. [1, 4, 34] En esas asambleas y marchas no solo se forjó un líder, sino que germinó la semilla de una nueva fuerza política que, una década después, llegaría al poder. [30] Junto a compañeros como Giorgio Jackson, supo conectar las demandas por una educación gratuita y de calidad con una crítica más profunda al modelo de desarrollo del país. [30] Su liderazgo no se basaba solo en discursos apasionados; demostró una habilidad única para unir distintas visiones. En ese crisol de agitación social nació la idea de lo que luego sería el Frente Amplio, una confluencia de movimientos que buscaba romper con la política tradicional. [17] Su salto al Congreso en 2013 como diputado independiente por su región natal, Magallanes, fue el primer paso para llevar esas demandas de la calle a las instituciones. [6] Fue una jugada arriesgada, pero demostró su pragmatismo: entendió que las protestas debían traducirse en leyes. Durante sus años como parlamentario, fue construyendo pacientemente las bases de su futura plataforma presidencial, centrándose en temas de derechos humanos, trabajo y descentralización. [6] El estallido social de 2019 fue otro momento clave. Su participación en el 'Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución' le costó críticas feroces desde su propio sector, pero lo posicionó como una figura capaz de dialogar y buscar salidas institucionales en medio de la crisis. [5] Esa decisión, aunque polémica, le dio la estatura de estadista que necesitaba. La trayectoria de Boric a la presidencia es la crónica del ascenso de una generación que se atrevió a desafiar lo establecido. Entender sus raíces como activista y su evolución política es clave para analizar su gobierno y los enormes desafíos que enfrenta hoy.

El Desafío de Gobernar: entre las Reformas y la Realidad
El 11 de marzo de 2022, Gabriel Boric llegó a La Moneda con un respaldo histórico en las urnas y la promesa de un cambio profundo. [36, 14] Sin embargo, como he visto tantas veces en política, una cosa es ser candidato y otra muy distinta es ser presidente. El choque con la realidad fue inmediato. Su ambicioso programa de reformas, que incluía pensiones, salud y una nueva fiscalidad, se topó de frente con un Congreso sin mayorías claras, lo que lo obligó a moderar el ritmo y a negociar con sus antiguos adversarios. [3, 27] El primer gran golpe, y quizás el más duro, fue el plebiscito de septiembre de 2022. El contundente rechazo a la propuesta de nueva Constitución fue un balde de agua fría para su proyecto y provocó una caída abrupta en su aprobación. [12] Ese episodio lo forzó a cambiar su gabinete y a poner el foco en las urgencias que la gente sentía en la calle: la seguridad y la economía. [39, 26] La gestión económica ha sido una batalla constante. Asumió con una inflación disparada y ha dedicado enormes esfuerzos a estabilizar las finanzas y aliviar el bolsillo de las familias con ayudas como el Bolsillo Familiar Electrónico. [2, 16] Aunque la inflación ha cedido, la percepción ciudadana sigue siendo crítica, y la economía se mantiene como la principal preocupación en todas las encuestas. En el frente de la seguridad, un tema que no estaba en el centro de su programa original, el gobierno ha tenido que dar un giro pragmático. Ante el aumento de la delincuencia, endureció el discurso e impulsó medidas como el despliegue militar en zonas conflictivas y una robusta agenda legislativa. [20, 29] Esta adaptación, aunque necesaria para responder a una demanda ciudadana abrumadora, le ha generado tensiones con el ala más de izquierda de su coalición. Gobernar ha significado para Boric un difícil ejercicio de equilibrio entre las dos almas de su gobierno: la idealista, heredera del movimiento estudiantil, y la pragmática, que entiende la necesidad de los acuerdos. [3, 18] Cada semana, las encuestas de opinión, como las de Cadem o el CEP, actúan como un termómetro implacable del humor social, mostrando un desgaste significativo. [15, 21, 41] Estos números no son solo cifras; moldean la agenda, presionan a los políticos y demuestran lo complejo que es gobernar un país con tantas expectativas y fracturas.

El Futuro del 'Boricismo': Legado y Proyecciones
A medida que su mandato avanza, la gran pregunta es qué quedará del gobierno de Boric. ¿Logrará ser el punto de inflexión que prometió? La construcción de su legado está en pleno desarrollo y dependerá, en gran medida, de su capacidad para sacar adelante reformas clave en este tramo final. El proyecto más emblemático es, sin duda, la reforma de pensiones. Tras el fracaso de la reforma tributaria que debía financiarla, el gobierno ha tenido que rediseñar su propuesta para buscar apoyos en el Congreso. [9] Aprobarla sería un triunfo estructural, un cambio tangible que podría definir su presidencia. Sin ella, su herencia podría limitarse a logros importantes pero sectoriales, como la ley de 40 horas laborales o el fin del copago en la salud pública. [33, 40] El futuro de su proyecto político, el Frente Amplio, también está en juego. La reciente unificación de sus partidos más grandes busca consolidar una estructura más fuerte que pueda perdurar más allá de la figura del presidente. [7] El desafío es enorme: deben demostrar que son una alternativa de gobierno viable a largo plazo, capaces de renovarse y conectar con las mayorías. La constante sombra de las encuestas seguirá presente. Sin embargo, hay que poner esa baja aprobación en perspectiva. Vivimos un descontento global con la política, y gobernar en un escenario post-pandemia, con crisis de seguridad y económicas, ha erosionado a líderes de todo el mundo. El legado de Boric también se medirá en su coherente defensa de los derechos humanos en el escenario internacional, una postura que le ha ganado tanto respeto como tensiones diplomáticas. [23] Finalmente, una parte paradójica de su herencia será el cierre del debate constitucional. Tras dos procesos fallidos, su decisión de no impulsar un tercer intento responde al agotamiento ciudadano. [12] Así, el presidente que llegó al poder con la promesa de una nueva Constitución será quien, probablemente, clausure ese capítulo, dejando al país con la misma Carta Magna, pero profundamente transformado por el debate. El viaje del joven idealista al pragmático presidente ha estado lleno de lecciones. Cambiar un país es una tarea monumental, y la historia será la que juzgue si su gobierno sentó las bases para un Chile más justo. Para quien desee profundizar en el pulso de la opinión pública chilena, recomiendo siempre revisar los estudios del Centro de Estudios Públicos (CEP), un referente indispensable.