Bari y la Basílica de San Nicolás: Guía de un Tesoro que Une Mundos

Bari es mucho más que un puerto soleado en el Adriático; es la guardiana de una historia fascinante que une a Oriente y Occidente. En su corazón late la Basílica de San Nicolás, un santuario nacido de una audaz aventura en el mar. Este artículo es un viaje personal a través de sus muros. Descubriremos juntos cómo las reliquias del santo llegaron aquí, transformando la ciudad para siempre. Exploraremos la imponente arquitectura románica de la basílica, una verdadera fortaleza de fe, y bajaremos a su cripta, donde el fervor religioso se siente en el aire. También te contaré sobre su papel crucial como punto de encuentro para católicos y ortodoxos, y las vibrantes fiestas que llenan de vida las calles de Bari. Prepárate para conocer el alma de una ciudad a través de su iglesia más querida.

Fachada principal de la imponente Basílica de San Nicolás en Bari, mostrando su característico estilo románico apuliano y sus dos torres.

Bari: Un Mosaico de Historia y Fe en el Adriático

Cada vez que vuelvo a Bari, siento la misma magia. Al perderme en las callejuelas de Bari Vecchia, su casco antiguo, parece que el tiempo se detiene. El aroma del pan recién hecho y el sonido de las conversaciones animadas te envuelven, guiándote inevitablemente hacia el epicentro espiritual de la ciudad: la magnífica Basílica de San Nicolás. Para entender el alma de Bari, hay que conocer la historia de este lugar y del santo que lo define, San Nicola, como lo llaman con cariño aquí.

Un Viaje a los Orígenes: La Audaz Llegada de las Reliquias

Nuestra historia comienza en 1087. La ciudad de Myra, en la actual Turquía, donde descansaban los restos de San Nicolás, estaba bajo amenaza. Un grupo de 62 marineros de Bari, en un acto que mezcla devoción y una increíble visión de futuro, se embarcó en una misión. Su objetivo: traer las reliquias del santo a su ciudad. Imagino la audacia de aquellos hombres, navegando el Mediterráneo para llevar a cabo lo que algunos llaman un "robo sagrado" y otros un "rescate piadoso". El 9 de mayo de 1087, llegaron a Bari con su preciado cargamento, un evento que no solo aseguró la protección de los restos, sino que puso a Bari en el mapa como un centro de peregrinación de primer orden para siempre.

Un tesoro de tal magnitud necesitaba un hogar digno. La construcción de la basílica comenzó ese mismo año, sobre las ruinas del palacio del gobernador bizantino. La elección del lugar fue una declaración de poder: la fe ahora reinaba sobre el antiguo poder político. El proyecto fue una obra colosal que tardó más de un siglo en completarse, consagrándose en 1197. La importancia fue tal que el Papa Urbano II viajó hasta aquí en 1089 para bendecir personalmente la cripta donde reposarían las reliquias. Desde ese momento, este espacio se convirtió en el corazón sagrado de la basílica, un imán para fieles de todo el mundo.

La basílica nació en una época de cambios, cuando los normandos consolidaban su poder en el sur de Italia. Por eso, su arquitectura, un ejemplo magistral del estilo románico apuliano, luce casi como una fortaleza. Sus muros robustos y sus dos imponentes torres parecen diseñados para proteger el tesoro interior. No es solo una iglesia; es un castillo de la fe, un reflejo de los tiempos turbulentos en los que fue construida.

Interior de la cripta de la iglesia de San Nicolás de Bari, con sus columnas y el altar que alberga las sagradas reliquias del santo.

La Arquitectura: Una Fortaleza de Fe Románica

Lo primero que te impacta al pararte frente a la basílica es su apariencia de fortaleza. No es delicada; es poderosa, construida con una piedra caliza que brilla bajo el sol de Apulia. La fachada, aunque sobria, está llena de detalles que cuentan una historia. El portal principal, con columnas sostenidas por bueyes de piedra, simboliza la fuerza y la paciencia de la fe. Cada escultura estaba pensada para comunicar las historias sagradas a los peregrinos, muchos de los cuales no sabían leer. Es un libro abierto tallado en piedra.

Al entrar, el bullicio de la ciudad se desvanece y te recibe una atmósfera de paz y monumentalidad. El interior es espacioso y solemne. Las tres naves, separadas por robustas columnas, dirigen tu mirada hacia el altar. Aunque el techo de madera original fue reemplazado en el siglo XVII por uno dorado y tallado de estilo barroco, la esencia románica se mantiene intacta. Es una mezcla de estilos que, créeme, funciona a la perfección. Uno de mis tesoros favoritos está aquí: la Cátedra de Elías. Es un trono episcopal de mármol del siglo XI, sostenido por figuras que parecen hacer un gran esfuerzo. Es una obra de arte que simboliza el triunfo de la fe y el poder del obispo.

Tesoros del Interior: Más allá de la Piedra

El verdadero corazón espiritual, la joya de la corona, se encuentra bajando unas escaleras: la cripta. Entrar aquí es una experiencia que pone la piel de gallina. Es un espacio íntimo, sostenido por un pequeño bosque de columnas de mármol, cada una con un capitel distinto. El silencio y la penumbra invitan a la reflexión. Aquí, bajo el altar, descansan las reliquias de San Nicolás. He visto a personas de todas las nacionalidades y credos emocionarse en este lugar; la presencia del santo se siente de una manera muy especial. Es aquí donde la basílica cumple su papel de puente, pues hay una capilla ortodoxa donde los peregrinos de Rusia y Europa del Este pueden celebrar sus ritos, a pocos metros de la tumba. Es un símbolo de unidad verdaderamente conmovedor.

Pero la iglesia guarda más secretos. No dejes de buscar el retablo del pintor veneciano Vivarini en el ábside izquierdo, o el impresionante Altar de Plata en el transepto derecho. Detrás del altar mayor, incluso encontrarás la tumba de Bona Sforza, Reina de Polonia y Duquesa de Bari, que conecta la historia de la ciudad con las grandes cortes europeas. Cada rincón revela una nueva maravilla, un testimonio de los siglos de fe y arte que han conformado este lugar único en el mundo.

Barco con la estatua de San Nicolás de Bari durante la procesión marítima en la fiesta de mayo, rodeado de fieles y otras embarcaciones.

Un Faro para el Mundo: La Basílica Hoy

Después de más de 900 años, la Basílica de San Nicolás sigue tan viva como siempre. No es un museo polvoriento; es un centro espiritual activo y un símbolo de unidad que me parece más necesario que nunca. Su papel como puente entre el cristianismo católico y el ortodoxo es quizás su legado más importante en el mundo moderno. San Nicolás es uno de los santos más queridos en el mundo ortodoxo, y ver a peregrinos de Rusia rezando en la cripta junto a fieles católicos es una de las experiencias más potentes que puedes vivir en Bari. Este espíritu de encuentro culminó en 2017, cuando una de las reliquias del santo viajó temporalmente a Moscú, un gesto de diálogo entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill que demuestra el inmenso poder simbólico que guarda esta basílica.

Fiestas y Tradiciones: El Corazón Vivo de Bari

Si quieres ver la devoción en su máxima expresión, tienes que visitar Bari durante sus fiestas. La ciudad celebra a su patrón dos veces al año. El 6 de diciembre, con una misa al amanecer y chocolate caliente, se da inicio a la Navidad. Pero la fiesta grande, la que transforma la ciudad, es del 7 al 9 de mayo, conmemorando la llegada de las reliquias. He tenido la suerte de vivirla y es algo espectacular. El momento cumbre es la procesión marítima, cuando la estatua del santo recorre la costa en un barco, escoltado por una flota de pequeñas embarcaciones, recreando aquel viaje de 1087. Las calles se llenan de luces, mercados, desfiles históricos y una alegría contagiosa que une a toda la comunidad.

Además, existe una tradición fascinante: el “maná de San Nicolás”. Se trata de un líquido que, según se cree, emana de los huesos del santo. Cada 9 de mayo, el rector de la basílica lo recoge en una ceremonia solemne y se distribuye en pequeñas ampollas a los fieles como una reliquia sagrada. Para los creyentes, es una prueba tangible de la presencia protectora del santo.

Mi consejo si visitas Bari es que te tomes tu tiempo. Empieza por la basílica, baja a la cripta y siente su atmósfera. Luego, explora sus alrededores: la cercana Catedral de San Sabino, el imponente Castillo Normando-Suevo y, por supuesto, piérdete por Bari Vecchia. Observa a las señoras que hacen pasta orecchiette en la puerta de sus casas. Termina tu día con un paseo por el Lungomare, el paseo marítimo, y entenderás por qué esta ciudad, con la Basílica de San Nicolás como su faro, ha sido un puente entre mundos durante milenios. Para planificar tu visita, puedes consultar la web oficial de la Basílica de San Nicolás.