La Era AMLO: Revelando Claves de su Presidencia y el Legado que Define a México

Como analista, he dedicado años a descifrar los hilos de poder y, créanme, la presidencia de Andrés Manuel López Obrador fue una de las más fascinantes en la historia reciente de México. En este artículo, vamos a desmenuzar juntos la esencia de la 'Cuarta Transformación', esa visión que AMLO impulsó y que transformó el panorama político y social. Veremos cómo las encuestas no eran solo números, sino un reflejo constante y hasta una herramienta que moldeaba la percepción pública, manteniendo su popularidad a flote incluso en las aguas más turbulentas. También nos adentraremos en esa relación tan peculiar, a veces tensa y otras veces simbiótica, entre Noroña y el expresidente, viendo cómo Gerardo Fernández Noroña se convirtió en una pieza clave, tanto como defensor apasionado como crítico ocasional. Recorreremos desde los ambiciosos proyectos de infraestructura hasta los programas sociales que inyectaron recursos y los retos de seguridad, ponderando los éxitos, las controversias y, por supuesto, ese legado innegable que dejará. Al final, evaluaremos si las promesas de campaña se materializaron y qué le espera al 'obradorismo' ahora que AMLO ya no está al timón. Es una historia compleja, llena de matices, pero crucial para entender el México de hoy.

AMLO durante su conferencia matutina en Palacio Nacional, un pilar de su presidencia y de la comunicación de su gobierno.

Cuando pienso en el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en diciembre de 2018, no puedo evitar sentir que no fue solo una victoria electoral, sino el clímax de una historia de décadas de lucha y una conexión casi inexplicable con el corazón de millones de mexicanos. Fue un triunfo arrollador, un mandato claro para una 'Cuarta Transformación' (4T), una promesa de cambio tan profunda como los grandes momentos que forjaron a México: la Independencia, la Reforma y la Revolución. Desde el día uno, la forma de gobernar se sintió diferente, muy personal, directa y, a veces, disruptiva.

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El Origen de un Liderazgo Único

El centro de esta nueva comunicación fueron, sin duda, 'las mañaneras'. Como observador de la política mexicana, vi cómo estas conferencias de prensa matutinas, que se extendían por horas, se transformaron en el principal foro para dictar la agenda nacional, explicar las políticas de gobierno, defenderse de los críticos y, lo más importante, mantener ese diálogo constante con 'el pueblo'. Esta estrategia de comunicación directa fue maestra para edificar y sostener su base de seguidores, esquivando a los medios tradicionales, a los que solía acusar de ser parte de esa 'mafia del poder' que, a su decir, estaba en su contra. Era una forma de hablarle directo a la gente, sin filtros, y eso, para muchos, fue refrescante.

Las Encuestas: El Pulso Constante de un Sexenio

Pero junto a esta comunicación directa, hubo otro fenómeno omnipresente que seguí de cerca: las encuestas de aprobación. Desde que inició su mandato, López Obrador mantuvo niveles de aprobación asombrosamente altos, a menudo por encima del 60% o incluso el 70%. Cifras que, para ser honestos, a muchos nos sorprendían dada la polarización y las críticas constantes. Las encuestas no eran solo una métrica pasiva; para el presidente, se convirtieron en una herramienta política activa. Las citaba con frecuencia en sus 'mañaneras' como una prueba irrefutable del apoyo popular, minimizando las críticas de opositores, analistas y organizaciones civiles, tildándolas de voces de una minoría 'conservadora' o 'rapaz'.

Esta dependencia de los sondeos abrió un debate intenso sobre su validez y metodología. Algunos decían que las encuestas telefónicas o en línea podían tener sesgos, sin alcanzar a las zonas rurales o a quienes tenían menos acceso a la tecnología. [6] Sin embargo, la persistencia de esos números altos, reportados por diferentes encuestadoras a lo largo de los años, me convenció de que, más allá de los debates técnicos, existía un núcleo de apoyo a su gestión, sólido y resiliente. ¿La razón principal de ese respaldo? Para mí, la implementación de ambiciosos programas sociales que inyectaron recursos directamente a millones de personas, como las pensiones para adultos mayores o las becas para jóvenes. Era el cumplimiento de una promesa de campaña emblemática: 'Por el bien de todos, primero los pobres'. [12]

Noroña y AMLO: Una Relación de Alianzas y Tensiones

En este complejo ajedrez político, una figura que emergió con una fuerza innegable fue Gerardo Fernández Noroña. Su relación con el presidente fue una de las más intrigantes y, a veces, tensas de la Cuarta Transformación. Aunque formalmente Noroña era parte del Partido del Trabajo (PT), un aliado clave de Morena, se consolidó como uno de los defensores más apasionados y elocuentes del proyecto presidencial. Su estilo combativo, sin concesiones, tanto en la tribuna de la Cámara de Diputados como en los medios, lo convirtió en un pararrayos para las críticas al presidente y en un ídolo para los sectores más radicales del movimiento.

Pero, como en toda relación compleja, no todo fue miel sobre hojuelas. Hubo momentos de fricción, como cuando en 2012 Noroña criticó a AMLO por un supuesto 'perdón' a Felipe Calderón, o más recientemente, cuando tras el proceso interno de Morena para la candidatura presidencial de 2024, Noroña reclamó un trato desigual. [2, 18, 25] A pesar de esos roces, Noroña mantuvo una lealtad fundamental al proyecto de López Obrador, consciente de que su propio capital político estaba ligado al del presidente. [2] Para mí, esta dinámica ilustra una de las características clave de su gobierno: su capacidad para unir una coalición diversa de fuerzas y personalidades bajo su liderazgo, incluso si eso implicaba manejar tensiones y contradicciones internas. Las encuestas de popularidad, en este contexto, también funcionaban como un factor de cohesión, recordándoles a todos los actores del movimiento que el líder indiscutible, el que gozaba de ese apoyo popular abrumador, era Andrés Manuel López Obrador, y que cualquier desvío de su línea podía costar caro políticamente. Esa fase inicial de su gobierno sentó las bases de lo que sería un sexenio de cambios profundos, polémicas constantes y una popularidad que desafiaba la lógica política tradicional.

Gerardo Fernández Noroña junto a AMLO en un evento, ilustrando la compleja y estratégica dinámica política noroña y amlo.

El Auge y los Retos: Entre la Gran Popularidad y las Críticas Constantes

Durante su mandato, el corazón de la administración de López Obrador se tradujo en una serie de megaproyectos y programas sociales que, a mi juicio, buscaban redefinir el rumbo del país y, a la vez, asegurar su base de apoyo. Obras como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) no se presentaron solo como proyectos de desarrollo, sino como actos de soberanía y una forma de hacer justicia a regiones históricamente olvidadas del sureste. [1, 3, 10]

Sin embargo, estos proyectos se convirtieron en un campo de batalla constante. Vi cómo eran blanco de controversias por su impacto ambiental, sus costos (que, francamente, solían dispararse por encima de lo previsto), su viabilidad financiera que siempre generaba dudas y las acusaciones de falta de transparencia en la asignación de contratos. [1, 3] A pesar de las críticas de ambientalistas, expertos y la oposición, el gobierno los defendió con una férrea convicción. La narrativa desde Palacio Nacional era clara: las críticas venían de 'intereses creados' del antiguo régimen que se oponían al progreso. Y aquí es donde las encuestas de aprobación volvían a jugar un papel crucial; mientras los medios se llenaban de críticas, los sondeos seguían mostrando un respaldo mayoritario, lo que el presidente usaba como un aval popular a sus decisiones. [16] Esos altos números le permitieron avanzar, argumentando que gobernaba por el pueblo y no por las élites. [4]

La Alianza Estratégica: Noroña y el Presidente

La figura de Gerardo Fernández Noroña, en esta etapa, cobró aún más relieve. La relación entre él y el presidente se aceitó a la perfección: mientras López Obrador mantenía una imagen de estadista (aunque con un lenguaje que a menudo no rehuía la confrontación), Noroña asumía el papel de 'soldado' en el frente de batalla, encargado de la defensa más encarnizada de la 4T. Su retórica desafiante y su pericia en el debate parlamentario lo hicieron indispensable para contrarrestar a la oposición. Lo vi defender cada megaproyecto, minimizar las críticas y acusar a los adversarios de “traición a la patria”. Esta sinergia fue fundamental para la comunicación del gobierno. Noroña podía expresar argumentos que, por su radicalidad, el presidente prefería no decir directamente, pero que resonaban con los simpatizantes más entregados al movimiento. Así, el gobierno lograba un doble objetivo: mantener una imagen presidencial mientras, a través de aliados como Noroña, se libraban las batallas más crudas en el fango de la política diaria.

Desafíos Monumentales y la Fortaleza Inexplicable de la Popularidad

Pero la presidencia de López Obrador también enfrentó retos monumentales que pusieron a prueba su liderazgo y su popularidad. La gestión de la pandemia de COVID-19 fue, para mí, uno de los puntos más cuestionados. La minimización inicial del riesgo, su reticencia a usar cubrebocas y una estrategia que buscaba evitar un confinamiento estricto para no dañar la economía, resultaron en una de las tasas de mortalidad más altas a nivel mundial. [9] Otro frente de crítica constante fue la estrategia de seguridad, resumida en el lema 'abrazos, no balazos'. A pesar del cambio de enfoque, las cifras de homicidios y desapariciones se mantuvieron dolorosamente altas, y en algunas regiones la violencia del crimen organizado, lamentablemente, se recrudeció. [11] Económicamente, si bien se logró mantener la estabilidad macroeconómica y el peso mostró una sorprendente fortaleza, el crecimiento del PIB fue modesto durante el sexenio, lo que resalta la importancia del emprendimiento en México para el futuro económico.

Frente a cada uno de estos desafíos, la respuesta del gobierno fue consistente: culpar a la herencia de corrupción y al neoliberalismo, y reafirmar su compromiso con el pueblo. Y, lo más sorprendente para muchos analistas como yo, las encuestas de aprobación se mantuvieron relativamente estables. [7, 8] Este fenómeno, que algunos llamaron el 'presidente de teflón', demostró la profunda conexión emocional y la credibilidad que López Obrador había construido con su base. Para millones de mexicanos, los problemas del país eran tan profundos y arraigados que un solo sexenio no bastaría para resolverlos, y valoraban más la intención y el compromiso social del presidente que los resultados concretos en áreas como la seguridad. Las encuestas de aquel entonces, en mi opinión, reflejaban más un juicio sobre la honestidad y la orientación social del gobernante que una evaluación técnica de su gestión. Fue, en muchos sentidos, un triunfo de la narrativa sobre los datos más duros.

Gráfica mostrando los resultados de las encuestas amlo, destacando la alta y sostenida aprobación durante su presidencia.

El Legado de un Sexenio y el Horizonte Político del Mañana

Al ver el telón caer sobre su sexenio, la pregunta inevitable era: ¿cuál sería el verdadero legado de la presidencia de López Obrador y qué pasaría con el movimiento que él mismo forjó? Más allá de los números y los grandes proyectos, para mí, el cambio más profundo que deja AMLO es de naturaleza simbólica y política. Logró, sin duda, poner en el centro del debate público a los más desfavorecidos, redefinió la relación entre el gobierno y la prensa, y generó una polarización que, si bien fue muy criticada, también logró politizar a una gran parte de la sociedad que, hasta entonces, se sentía ajena a las grandes decisiones del poder.

Su legado es, en mi análisis, ambivalente. Por un lado, tenemos una reducción histórica de la pobreza gracias a sus programas sociales y los aumentos al salario mínimo, que impactan directamente en el consumo y los pequeños negocios, consolidando una base de apoyo leal que se traduce en una hegemonía electoral para su partido, Morena. [4, 5, 12] Pero por otro lado, observo un rastro de instituciones que algunos consideran debilitadas, una creciente militarización de la seguridad y de la administración pública, y una retórica que, a menudo, socavó la deliberación democrática y el pluralismo. Aquellas encuestas de aprobación, que lo acompañaron con niveles extraordinariamente altos hasta el último día, son el testimonio de un líder que supo conectar con las aspiraciones y hasta los resentimientos de millones, garantizando que su sucesora, Claudia Sheinbaum, llegara al poder con un margen aún mayor que el suyo. [16, 4]

La Sucesión: Tensiones y el Futuro del Obradorismo

La sucesión presidencial fue, en mi opinión, un proceso meticulosamente orquestado por el propio López Obrador. Y fue en este punto donde la relación entre Noroña y el expresidente nos dio uno de sus capítulos más reveladores. Gerardo Fernández Noroña se lanzó a la contienda interna por la candidatura presidencial, compitiendo con figuras de peso de Morena como Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. A pesar de una campaña austera, moviéndose en un vehículo particular, logró un sorprendente tercer lugar en las encuestas internas, demostrando que tenía su propio capital político.

Sin embargo, tras la victoria de Sheinbaum, Noroña no dudó en acusar a la cúpula de Morena de no respetar acuerdos que, según él, le garantizaban una posición de liderazgo en el Congreso. [18] Este momento de tensión, que incluyó una carta pública de Noroña dirigida a AMLO, expuso las fisuras y las pugnas internas del movimiento. [18, 21, 24] Aunque al final la disciplina partidista se impuso, el incidente subrayó lo complejo que será el futuro del obradorismo. Sin la figura unificadora y carismática de AMLO, mantener la unidad entre las diferentes facciones y personalidades, como la de Noroña, será uno de los mayores desafíos para la nueva presidenta. La lealtad a López Obrador fue el pegamento del movimiento; la lealtad a sus sucesores es algo que aún está por construirse. [25]

El México Post-AMLO: Interrogantes y Desafíos

El futuro de México post-AMLO está, como siempre, lleno de interrogantes. ¿Podrá la 'Cuarta Transformación' realmente consolidarse como un cambio de régimen duradero, o fue, en el fondo, el reflejo del carisma de un solo hombre? El inmenso poder heredado por Claudia Sheinbaum, con una mayoría calificada en el Congreso, le brinda las herramientas para profundizar las reformas de su predecesor, incluyendo esa controvertida reforma al Poder Judicial. [5] Sin embargo, también hereda problemas estructurales no resueltos: la violencia endémica que sigue siendo un flagelo, la imperiosa necesidad de un mayor crecimiento económico y una relación con Estados Unidos que siempre es compleja. [11]

El papel de figuras como Gerardo Fernández Noroña será crucial. Su estilo combativo, sin concesiones, fue de una lealtad fundamental, pero Noroña siempre ha mantenido una chispa de independencia y crítica. Su capacidad para movilizar a las bases más duras del movimiento podría ser tanto un apoyo vital como un contrapeso para el nuevo gobierno. Las encuestas de popularidad que marcaron toda una era ahora cederán su lugar a aquellas que medirán a la nueva presidenta, quien enfrentará el doble reto de gobernar un país complejo y, al mismo tiempo, gestionar la imponente sombra de su predecesor. El legado de la presidencia de AMLO, en última instancia, no se medirá solo por las obras o los programas, sino por la capacidad de su movimiento para trascender a su fundador y adaptarse a los nuevos desafíos que México le presente. Para un análisis más detallado sobre la popularidad y el legado de AMLO, siempre recomiendo consultar el trabajo de Oraculus, que agrega y analiza múltiples encuestas de aprobación presidencial. [8]