El Legado de AMLO: Un Vistazo a su Relación con la Prensa y el Choque con el INE

La presidencia de Andrés Manuel López Obrador ha sido un parteaguas en la historia moderna de México. Su proyecto, la 'Cuarta Transformación', se construyó sobre una estrategia de comunicación directa y a menudo confrontacional, utilizando sus conferencias 'mañaneras' para marcar la agenda nacional. Este artículo ofrece una mirada profunda a la compleja y tensa relación que AMLO cultivó con medios de comunicación influyentes. Analizamos cómo publicaciones como Forbes evaluaron su gestión económica, mientras diarios de gran circulación como Reforma y El Universal se convirtieron en blancos frecuentes de sus críticas. Exploramos las controversias más sonadas y los temas clave que definieron este diálogo, incluyendo uno de los pilares más polémicos de su administración: el ambicioso intento de reforma electoral que buscaba transformar al Instituto Nacional Electoral (INE), un debate que encapsuló la tensión nacional sobre la democracia y la autonomía de las instituciones.

Amlo en el podio durante una de sus conferencias de prensa matutinas en el Palacio Nacional, un pilar de su estrategia de comunicación.

El Presidente Contra el Cuarto Poder: Crónica de una Relación Conflictiva

A lo largo de mis años cubriendo la política mexicana, he visto muchas formas de gobernar, pero pocas han redefinido la comunicación política como la de Andrés Manuel López Obrador. Su sexenio no puede entenderse sin la conferencia 'mañanera', un espacio diario desde el que no solo informaba, sino que construía su narrativa, respondía a sus críticos y, de forma muy marcada, confrontaba a los medios que consideraba adversarios de su proyecto. Lejos de la diplomacia de administraciones anteriores, AMLO inauguró un estilo de confrontación directa. [2, 11] Desde el inicio, calificó a la prensa crítica como parte de un 'bloque conservador', acusándola de defender intereses del 'antiguo régimen'. Esta dinámica generó un debate nacional sobre la libertad de expresión y el papel de la prensa en una democracia tan polarizada como la nuestra. En este escenario, tres medios se volvieron protagonistas habituales en el discurso presidencial: El Universal, Reforma y, en el terreno económico, Forbes. Cada uno representó un frente de batalla distinto para el mandatario, y su manejo de esta relación, según algunos análisis, normalizó la hostilidad hacia los periodistas, lo cual es un tema delicado en nuestro país. [11, 13]

La dinámica con El Universal es un caso de estudio. La cobertura que este diario dedicó al presidente fue a menudo crítica en temas sensibles como seguridad y salud. La respuesta de AMLO era predecible y contundente: acusaba al periódico de servir a grupos de interés y de exagerar los problemas del país para debilitar a su gobierno. Era común verlo en la 'mañanera' exhibiendo la portada de El Universal para desmentir sus titulares, tachándolos de 'amarillistas'. [30] Recuerdo bien el episodio en que el presidente retó a la prensa a encontrar noticias sobre la compra del avión presidencial en gobiernos pasados, y un periodista de El Universal le mostró una portada de 2012 que detallaba precisamente eso. [30] Estos momentos ilustran una relación de desconfianza mutua. Mientras el gobierno veía en el periódico una oposición sistemática, el diario defendía su labor como un contrapeso esencial al poder. Esta tensión constante era, por cierto, un factor de incertidumbre que los análisis económicos de publicaciones como Forbes solían señalar al evaluar el riesgo para los inversores.

Por otro lado, la relación con el diario Reforma fue, si es posible, todavía más áspera. Ver a AMLO en el atril llamando a Reforma 'pasquín inmundo' se convirtió en una imagen recurrente. Este periódico, conocido por su periodismo de investigación, se convirtió en uno de los blancos favoritos del presidente. Sus investigaciones sobre corrupción o sobrecostos en obras emblemáticas como el Tren Maya eran sistemáticamente descalificadas en la 'mañanera'. El presidente acusaba al diario de inventar historias como parte de una conspiración para frenar su transformación. Reforma, por su parte, se mantuvo firme en su línea editorial, argumentando que su deber es fiscalizar al poder, sin importar quién lo ocupe. Este choque de narrativas ha sido clave para entender la polarización del país. Para los seguidores de AMLO, Reforma es un enemigo del pueblo; para sus lectores, un pilar de la democracia. Este enfrentamiento se extendió a debates cruciales, como el de la autonomía del INE. El diario dio amplia cobertura a las críticas contra la reforma electoral presidencial, defendiendo la independencia del Instituto, mientras AMLO lo acusaba de proteger un sistema electoral oneroso y corrupto. [5] Lo que para el gobierno era una campaña de desprestigio, para el periódico era su deber. Y de nuevo, la cobertura de Forbes sobre la gestión presidencial a menudo tomaba en cuenta cómo esta retórica contra los medios podía afectar la confianza para invertir en México, pues AMLO no solo se enfrentaba a la prensa, sino a cualquiera que disintiera, marcándolos como ilegítimos. [17]

Ciudadanos marchando en defensa del INE sobre la avenida Reforma, en protesta contra la reforma electoral propuesta por Amlo.

La Economía de la 4T Bajo la Lupa: La Perspectiva de Forbes

Más allá de la batalla diaria con la prensa tradicional, la visión económica del sexenio de AMLO merece un análisis aparte, y la cobertura de medios especializados como Forbes nos da muchas pistas. Aquí la dinámica fue diferente. La revista no se centró tanto en la confrontación ideológica, sino en el análisis pragmático de las políticas de la Cuarta Transformación y su efecto en el clima de negocios. He notado que el presidente usaba los datos de Forbes a su favor, como cuando citaba las listas de los empresarios más ricos para hablar de la desigualdad y justificar sus políticas sociales, llegando incluso a invitarlos a Palacio para discutir sus reformas. [37] Sin embargo, desestimaba los análisis críticos de la misma publicación cuando advertían sobre los riesgos de sus decisiones. La cobertura de Forbes sobre la administración ha sido, en mi experiencia, bastante equilibrada. Por un lado, ha reconocido logros innegables como la fortaleza del peso, la disciplina fiscal de los primeros años y el impacto de las remesas en la economía familiar. Por otro, ha sido una plataforma para expertos que advertían sobre los peligros de su política energética, el debilitamiento de los órganos autónomos y la incertidumbre jurídica para la inversión, calificando su visión en ocasiones como 'preocupantemente antidemocrática'. [17, 45] Esta dualidad es la que mejor define el legado económico: una mejora palpable en la economía popular que coexistía con la cautela del gran capital ante un estilo de gobernar que a menudo parecía priorizar la ideología sobre la certidumbre.

Un tema que he seguido de cerca en las páginas de Forbes es el clima de inversión. Mientras el gobierno celebraba la llegada de inversión por el 'nearshoring', la revista señalaba las contradicciones. La cancelación del aeropuerto en Texcoco al inicio del sexenio fue, para muchos, la primera gran señal de alerta. Más tarde, las disputas con empresas energéticas y los cambios de reglas en el sector eléctrico alimentaron una percepción de riesgo que fue ampliamente documentada. Para tener una imagen completa, siempre recomendé a mis alumnos contrastar la crónica política diaria de medios como El Universal con las perspectivas económicas de Forbes. Un titular polémico en la prensa general podía ser solo ruido, pero un análisis de Forbes sobre la caída en la confianza empresarial solía tener un eco inmediato en los mercados. La revista, por ejemplo, documentó récords en el sector agroalimentario a pesar de la inseguridad [41], pero también señaló que la inversión pública en infraestructura, quitando las megaobras, fue la más baja en décadas. [45] Esta paradoja es fundamental. La tensa relación de AMLO con Reforma también influía aquí; las investigaciones de este diario sobre la opacidad en los contratos de las grandes obras eran a menudo el punto de partida para análisis económicos más amplios sobre el endeudamiento público. Incluso el debate sobre la reforma al INE tuvo un ángulo económico en Forbes, donde se advertía que debilitar la democracia y el estado de derecho podría ahuyentar al capital, que busca estabilidad y reglas claras a largo plazo. [17] Al final, el sexenio nos deja un panorama complejo: una alta popularidad anclada en la mejora del ingreso de los más pobres, pero con serias dudas sobre la sostenibilidad de sus políticas y la confianza del sector privado. [44]

Composición de las portadas de los periódicos Reforma, El Universal y la revista Forbes, medios clave en la relación de Amlo con la prensa.

La Batalla por el INE: El Choque Institucional que Definió el Sexenio

Si tuviera que elegir un solo episodio para explicar la naturaleza del gobierno de AMLO, sin duda sería su persistente intento por reformar el sistema electoral. El enfrentamiento con el Instituto Nacional Electoral (INE) no fue una simple disputa política; fue, en mi opinión, un choque frontal entre dos visiones de país. La bandera de la reforma electoral se convirtió en la batalla más emblemática y polarizante de su gobierno, una lucha que nace de la propia historia política del presidente. AMLO, quien durante años denunció fraudes electorales en su contra, siempre ha visto con desconfianza a las autoridades electorales, a las que acusa de ser cómplices de sus adversarios y de representar una 'burocracia dorada' e ineficiente. Con esa convicción y una mayoría legislativa sólida, se propuso desmantelar la estructura existente para crear una nueva que fuera, según él, más barata y ciudadana. Sus propuestas, conocidas como 'Plan A', 'B' y 'C', iban desde desaparecer al INE para crear un nuevo instituto [10], hasta elegir consejeros por voto popular y recortar drásticamente su presupuesto y estructura. [5, 9] Para el presidente y sus seguidores, era una limpieza indispensable. Para sus críticos, un asalto a la autonomía del árbitro electoral que ponía en riesgo la democracia.

La cobertura mediática de este conflicto fue, como era de esperarse, intensa. La relación entre AMLO y Reforma, por ejemplo, alcanzó su punto más crítico durante este debate. El diario se convirtió en una de las voces más críticas de la iniciativa, publicando análisis de expertos y dando espacio a las organizaciones ciudadanas que impulsaron la consigna 'El INE no se toca', la cual movilizó a miles de personas en todo el país. [7] Desde Palacio Nacional, esta cobertura era vista como la prueba de que el periódico defendía los privilegios de los consejeros del INE y el 'statu quo' que el presidente buscaba erradicar. De forma similar, El Universal detalló el accidentado proceso legislativo y las advertencias de la oposición sobre una posible regresión autoritaria. [19] Medios como estos fueron acusados por el oficialismo de ser voceros de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, los consejeros del INE que lideraron la defensa de la institución. [15] La perspectiva de Forbes, por su parte, se centró en la incertidumbre que todo esto generaba. Los analistas económicos advertían que la disputa ponía en duda la estabilidad de las reglas del juego democrático, un pilar para la confianza de los inversionistas. La idea de que el árbitro electoral pudiera ser debilitado por el gobierno en turno encendía alarmas en los mercados internacionales. [17]

El desenlace de esta batalla fue todo menos sencillo. El 'Plan A' (la reforma constitucional) fue derrotado en el Congreso por no alcanzar la mayoría necesaria. [14] El 'Plan B' (reformas a leyes secundarias) fue aprobado, pero la Suprema Corte de Justicia lo invalidó en su mayor parte por irregularidades en el proceso. La Corte se convirtió entonces en el nuevo adversario del presidente, quien la acusó de proteger la corrupción. Finalmente, el 'Plan C' se transformó en un llamado a sus simpatizantes para votar masivamente por su partido en 2024, buscando obtener la mayoría calificada para, ahora sí, poder realizar todas sus reformas pendientes, incluyendo la electoral y la del Poder Judicial. Este enfrentamiento deja una herida profunda en las instituciones de México. Simboliza la fractura entre un poder ejecutivo que se siente legitimado por el voto popular para cambiarlo todo y las instituciones autónomas que defienden su rol de contrapeso. La discusión sobre el costo de la democracia y la elección de las autoridades electorales seguirá, sin duda, en la agenda nacional, como un legado indiscutible de la era AMLO. Para una visión más profunda del contexto legal de estas propuestas, se puede consultar el análisis del Observatorio de la Reforma Político-Electoral de la UNAM, que ofrece una perspectiva académica muy detallada.